Cuando Los Alcornocales rugen

19 de Septiembre de 2020
berrea 4
berrea 4

Cada mes de septiembre, el parque natural de Los Alcornocales ruge al caer el sol. Uno de sus habitantes más veteranos, el ciervo, es protagonista de la berrea, un fenómeno natural que desde hace algún tiempo se ha convertido en un reclamo turístico con la llegada del otoño.Es en este tiempo cuando el ciervo, que ya aparecía en las pinturas rupestres halladas por la zona hace miles de años, entra en celo, es decir, inicia esa fase biológica en el que el animal busca hembras de su misma especie, nuevas compañeras con las que reproducirse.

“Este período se reduce a un momento muy concreto del mes de septiembre, tiempo en el que se reactiva el proceso hormonal de la reproducción del ciervo coincidiendo con el equinoccio de otoño, es decir, cuando las horas del día y de la noche se igualan”, explica Eduardo Briones, biólogo, director del Instituto de Estudios Campogibraltareños (IECG) y presidente de la Sección de Biología del citado organismo.

La berrea, que suele prolongarse durante todo el mes de septiembre, se da en el 100 por cien de la población de ciervos que vive en estas latitudes en una semana muy concreta. Normalmente del 15 al 26 de septiembre. Durante estos días toma un auge mayor, implica a una población mucho más grande y, por tanto, es más fácil de escuchar por quienes, al ponerse el sol, se acercan a las zonas donde los ciervos salen para buscar al grupo de hembras

“El resto del año ni siquiera las miran. Es más, los grupos de hembras y de machos van por separado todo el año, ellas con sus crías, y ellos en grupos más o menos numerosos. Y únicamente durante estos días de los que estamos hablando, ambos grupos se buscan”, explica Briones.

Un grupo de ciervos. Foto: Gonzalo Varas.

El biólogo añade que durante la berrea es el macho el que se esfuerza para ser seleccionado por la hembra, el que tiene que desplegar todas sus armas. Con su cuerna -su mayor escaparate ante las candidatas- el animal manifiesta su poderío físico. De este modo, un macho fuerte está enviando señales al resto de ciervos que compiten por las hembras. “El motivo de su lucha es conseguir el mayor número de ellas, guardarlas y luchar con el resto de machos para conservarlas. La berrea no es más que una manera de llamar la atención sobre los demás machos, de expulsar a sus competidores, con los que también llega a luchar si es necesario”, cuenta el biólogo.

Pero la lucha entre cada uno de ellos no es el objetivo, antes de llegar a ese extremo en el que los animales ponen en riesgo su vida, utilizan todo tipo de estrategias para hacerse valer sobre el resto. “Una de ellas es esa, berrear”, añade Briones.

El hecho de que este fenómeno se produzca de noche tiene que ver con los hábitos de la mayoría de los animales que habitan en espacios naturales como Los Alcornocales; pues esperan a que caiga la noche, cuando la actividad humana desaparece, para salir a comer o a aparearse

Los machos que entran en celo son ciervos que han superado ya los dos años y medio. No obstante, Briones advierte que si están bien alimentados desde que nacen, puede estar preparados para la monta incluso antes. “Su plenitud la alcanza entre los 6 y los 8 años y a los diez años ya es considerado un animal viejo y, por tanto, disminuye su participación en las luchas entre machos por las hembras”, aclara el biólogo.

Durante la berrea, cada macho puede hacer unos 20 saltos o montas al día durante un período de un par de semanas. Esta frenética actividad le puede llegar a suponer la pérdida de hasta un 20 por ciento de su peso. Cuando está en celo, el ciervo duerme menos, come menos… Su único objetivo es luchar y montar. 

*Reportaje incluido en nuestro Magazine Siroco, publicado en noviembre de 2019.