Ángel Luis Jiménez: “Estuve a punto de dejar de correr y encontré la solución en el calzado minimalista”

17 de Julio de 2017
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Los tarahumaras o rarámuris son un pueblo nativo de México, asentado en territorio del estado de Chihuahua, en la Sierra Madre Occidental. Su endónimo es raramuri, que significa “el de los pies ligeros”.

¿Y qué tiene que ver Ángel Luis Jiménez, algecireño de 56 años, con este pueblo? Su forma de correr. Jiménez es un apasionado del running, corre en el Club Atletas Veteranos de Algeciras y, cuando su trabajo en la central térmica de Los Barrios le deja, se dedica a correr pero de una forma muy especial, casi descalzo, con calzado minimalista.

“Trabajo en la Central Térmica de Los Barrios, encargado del parque del carbón, en donde llevo trabajando desde hace 35 años. Mi horario es de 7 a 3, aunque estoy todo el día localizado. Pese a ello, tengo tiempo para correr por las tardes y los fines de semana”, explica Ángel Luis.

Este corredor aficionado lleva “toda la vida corriendo. De pequeñito me gustaba correr y desde hace 8 ó 9 años ya me lo tomo más en serio”. No en vano, Jiménez es un corredor experto que ya lleva a sus espaldas 6 maratones y dos 101 de Ronda, entre otras pruebas.

Durante muchos años, Ángel Luis corrió con zapatillas normales, “amortiguadas” como las llama él y últimamente se solía lesionar con mucha facilidad: “Tenía problemas en los gemelos, en los piramidales, los soleos, e incluso tuve fascitis plantar. Siempre he estado liado con problemas de lesiones. Acabé harto. Me gastaba una pasta en fisioterapeutas”.

Posteriormente, en 2011, comenzó a publicar un blog (correquienpuede.blogspot.com.es) y, tristemente, el 60% de las publicaciones estaban relacionadas con lesiones: “Me lesionaba, me recuperaba, volvía, y etc”.

Y el punto de inflexión llegó hace dos años, mientras preparaba la edición 0 de Euráfrica, que se celebró en noviembre. “Durante el verano estuve metiendo caña, corriendo mucho por montaña, con muchas cuestas y orografía negativa y notaba que me dolía la planta del pie. No le di mayor importancia y seguí con la preparación. Pero llegó un momento en el que no podía correr. Fui al traumatólogo, luego a un podólogo y me hicieron una radiografía. Me dijeron que lo que tenía yo era un neuroma de Morton. Una lesión que suele ocurrir a los corredores con frecuencia y a las mujeres que caminan mucho con tacones”.

Este problema le oprimía los nervios en el segundo metatarsiano del pie y le dolía mucho y solo había dos opciones: o dejar de correr u operarse. Este problema le obligó a desistir de correr la Euráfrica Trail. Y se hizo una pregunta: ¿podré correr la Maratón de Sevilla, que se corre en febrero? El médico le dio la opción de infiltrarse para poder correr sin dolor.

Finalmente, Jiménez pudo correr el Maratón de Sevilla con dos infiltraciones y corriendo con una plantilla en la que le había hecho un agujero a la altura del segundo metatarsiano para no tener que apoyar en esa zona.

Tras el maratón, “pensé en dejar de correr”, afirma Jiménez. Durante unos meses estuvo sin saber qué hacer y se refugió en la bicicleta, pero lo que le apasiona es correr. A base de leer en Internet, “vi un corredor que lo había solucionado corriendo de forma minimalista”.

Y ahí comenzó mi transición a correr con calzado minimalista: “Me compré unas zapatillas planitas, sin drop (drop es la altura del talón de la zapatilla) y empecé al alternarlas con las zapatillas amortiguadas. Me llevaba mi mochila, corría con las zapatillas 'normales' y a los 3 kilómetros me ponía las otras y hacía un kilómetro o kilómetro y medio”.

“La transición no resulta sencilla porque hay que utilizar una serie de músculos que están dormidos. Estuve leyendo y vi que había gente que se había adaptado antes corriendo descalzo. Empecé a correr descalzo. Empecé a correr descalzo en la zona del carril bici de San García, que está limpito y sin piedras ni obstáculos. Y cada vez fui aumentando más la distancia descalzo y disminuyendo la de estar amortiguado”.

Finalmente, cuando se vio fuerte y sin molestias se compró unas “huaraches” (un tipo de sandalia) y empezó a correr con este calzado. “El periodo de adaptación me duraría 5 ó 6 meses en los que fui alternando los dos tipos de calzado. Las transiciones generalmente suelen durar entre uno y dos años”.

Y tras dos años, Ángel Luis Jiménez ha completado una gran cantidad de carreras entre las que destacan las clásicas de la zona como la carrera del Puerto, la carrera del Pilar, la Euráfrica (segunda edición), el maratón de Sevilla de 2017 y como reto importante, los 101 kilómetros de Ronda.

Y en muchas carreras ha mejorado sus tiempos corriendo con este calzado: En la Maratón de Sevilla 2017 hizo su mejor tiempo con 3h23’; en los 101 de Ronda hace cuatro años tardó 15 horas y 40 minutos y acabó molido y este año “fue fenomenal, ni un arañazo. Acabé muy sucio, pero genial”. Y además bajó casi ¡dos horas! su tiempo anterior, con una marca de 13:58.

Esta forma de correr también es muy llamativa para el resto de corredores, que le preguntan constantemente por su estilo y cómo lo lleva.

Como próximos retos se plantea hacer la subida al pico Veleta, que se disputa la primera semana de agosto, “también me gustaría correr las clásicas de Algeciras como la del viernes de Farolillos o Tesorillo y volver a disputar el Maratón de Sevilla”.