Esta capilla fue construida en medio de un magnífico jardín a finales del siglo XIX por la familia Larios, propietaria de la finca en aquella época. El propósito era ofrecer un servicio religioso para la familias familias de los empleados que entonces trabajaban en el Cortijo de Guadacorte.
La ermita, de estilo neogótico, evoca a las iglesias anglicanas. De hecho, es una de las pocas de este corte que se conservan en Andalucía.
En 1986 sufre una importante modificación cuando se construyeron las dos naves laterales y se engalanó el techo con unos arcos, manteniendo al mismo tiempo su estilo primigenio.
La capilla cobija una imagen de Santa Leocadia y otra de Nuestra Señora del Buen Suceso, rescatada de unos azulejos encontrados en el Cortijo y que cuenta con más de cien años de antigüedad. El retablo es obra de Juan Miguel Serrera, reconocido ceramista sevillano. Como sello de la casa, las imágenes del viacrucis que ornamentan la capilla son obra de Gonzalo Rodríguez Camacho, artista de Guadacorte.
Durante mucho tiempo fue escenario de importantes sacramentos de las familias de la zona, hasta que se construye la parroquia de Palmones a la que permanece adscrita. Abierta al culto desde 1890, hoy todavía continúa celebrando misa todos los domingos.
Y es que, mientras esta zona ha experimentado importantes transformaciones, cuando sólo existía su imponente Cortijo y pequeños núcleos de agricultores, convirtiéndose hoy en todo un complejo industrial y en un importante núcleo turístico y gastronómico; la Ermita de Guadacorte permanece impoluta, intacta y ajena a estos cambios. Conserva un estilo particular y propio que irradia una sencilla belleza y que la convierte en un valioso tesoro escondido del pasado. Hablamos, queridos lectores, de la Ermita de Guadacorte.
Fuente documental y gráfica: Guadacorte SA ]]>