Fernando García Arévalo, guerrero del fotoperiodismo

18 de Agosto de 2018
FGA
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'El pateras' o, como le apodó el periodista José Manuel Laza, el 'José Tomás del fotoperiodismo'; y es que razón no le falta. Comprometido, independiente, íntegro y fiel a sus principios, este vecino de Taraguilla ha demostrado a lo largo de su trayectoria que reúne las cualidades de todo buen fotoperiodista: curiosidad, honradez, ética y moral. Reconocido en multitud de ocasiones con el premio Andalucía de Migraciones, él tampoco se ha preocupado en demostrar nunca nada; tan sólo de intentar mejorar este mundo a través de su trabajo. Sin duda algo está consiguiendo, al menos removiendo muchas conciencias, como recientemente ha logrado con la exposición "En lo más ancho del Estrecho", que ha expuesto en la Galería Ortega Brú. Ahora además prepara un libro sobre este drama, el de las migraciones en el Estrecho. Y es que este guerrero del fotoperiodismo no se rinde en esta lucha en la que su cámara es su mejor arma.

¿Cómo surge su interés por el mundo de la fotografía? ¿Cómo fueron sus primeros pasos en este terreno? Fue en el año 1989, a raíz de unas movilizaciones contra la droga en Taraguilla, cuando empiezo a hacer fotografías de todo lo que está pasando y me doy cuenta de dos cosas: me gusta y no se me da mal. Obviamente ya tenía interés por la fotografía, pero no me había planteado la posibilidad de dedicarme profesionalmente a ella. Entonces me picó el gusanillo del Periodismo y ahí empezó todo. A comienzo de los noventa me voy a estudiar imagen a Madrid, y estando aquí de vacaciones veo una fotografía en blanco y negro de Ildefonso Sena en la que se ve un grupo de personas cruzando el Estrecho en patera. Me obsesioné con hacer yo también esa foto. Eran otros tiempos: no había ni mucho menos el flujo actual de migrantes intentando entrar en Europa, los servicios de vigilancia y de rescate casi brillaban por su ausencia, y la única manera de poder estar en el momento y lugar adecuado era ir una y otra vez a las zonas susceptibles de poder albergar un desembarco. Al final lo logré: sólodespués de mes y medio durmiendo en el 127 de mi padre. Presenciar aquella travesía y aquel desembarco significaron un antes y un después en mi manera de ver el mundo. Aquel grupo de personas me dieron sin saberlo una lección de coraje que nunca olvidaré. Las imágenes dieron la vuelta al mundo. Aunque en aquel momento estaba estudiando, ya colaboraba con una agencia de noticias madrileña: Staff, que se encargó de distribuir las fotos. Tras todo aquello, lo normal, mi obligación -así lo veo yo- era seguir. Durante todos estos años he intentado hacer un seguimiento de todo lo relacionado con las migraciones. Lo que ahora reúno en San Roque es una ínfima parte de todo ese trabajo.

Precisamente, ¿qué significa "En lo más ancho del Estrecho", una selección de sus trabajos sobre migraciones que ha realizado durante los últimos 25 años? Mucha verdad, mucha derrota, mucho trabajo, lo peor del ser humano. Años de esfuerzo. Vidas; las de ellos y la mía. Es una exposición para ver y leer. Todo está muy medido y pensado. Las fotos y los textos van íntimamente unidos. Hay periodismo y sentimientos. Y lo que digo y cómo lo digo me sale de las tripas. Puede gustar o no, pero si tienes el valor de verla con el tiempo que requiere no saldrás como entraste. Esa exposición es un vómito, un vomito de 25 arcadas. Esta exposición es sólo un ensayo para sacar conclusiones de cómo será el libro que quiero publicar próximamente. Será lo mismo, pero con algunos matices tras estudiar cómo la gente y yo hemos reaccionado ante ella.

Actualmente, ¿en qué otros proyectos anda inmerso? Proyectos tengo muchos, dinero para llevarlos a cabo muy poco. Nunca he tenido el bolsillo al mismo nivel que la cabeza. De todos modos, nunca ese tema ha sido obstáculo: cuando he querido hacer algo lo he hecho y punto, sin pensar en si es o no rentable. Me lo he podido permitir porque no tengo familia ni hipoteca y porque nunca me ha importado trabajar en lo que se terciaba para reunir el dinero que me permitía luego estar por ahí tranquilo, dedicándole el tiempo necesario, haciendo lo me dictaba el corazón y no el jefe o el banco de turno. También he trabajado por encargo. Los años que he pasado en África, por ejemplo, o los meses en Europa Sur, junto a periodistas de primera fila, tengo estupendos recuerdos de aquella época y de aquellos compañeros.

Un logro del que se sienta verdaderamente orgulloso Tengo autoridad moral para decir lo que pienso. Nadie me ha contado lo que cuento. Eso le da veracidad y autenticidad a todo lo que digo, escribo y fotografío. Mi estilo puede gustar más o menos, me pueden llamar mediocre pero jamás me podrán llamar farsante. Eso a algunos escuece. Estoy vivo de milagro. Me he jugado la vida muchas veces a una carta, sin plan B, sin protocolo de evacuación, sin medios, pero con dignidad. El crítico taurino José Manuel Laza, que además es amigo y paisano de Taraguilla, escribió una vez que yo era el ‘José Tomás del fotoperiodismo’, cualquiera que esté medio al día del mundo del toro sabe a qué se refería. No lamo culos, no voy a certámenes de fotoperiodismo a hacerme el listo. Ya he estado en algunos, sé lo que se cuece. Los detesto, no se aprende nada, y sólo sirven para que el último premiado del World Press vete a saber qué se pavonee chulesco creyéndose el rey del Mambo. Me avergüenza lo que veo, me avergüenza la cantidad de gentuza sin escrúpulos que hay en la profesión. Tengo grandes amigos en este mundillo, pero son amigos porque son buena gente. Pasé mucho tiempo codo con codo con excelentes fotógrafos de la comarca; los Carrasco, Tony, Roca, amigos del alma de los que aprendí mucho. Durante los años duros del Estrecho íbamos a una, sin pensar en competencia, ayudándonos, sabiendo que lo importante era esa gente que se jugaba la vida y no nuestras fotos. Gravísimo error que pagaremos caro: en cualquier democracia decente el Periodismo es un pilar básico de la estructura; creer que todo el mundo puede realizarlo, creer que todo vale mientras sea rentable, aunque sea en detrimento de la calidad, traerá consecuencias. Ya las estamos sufriendo, lo peor es que ni nos damos cuenta.

Un mensaje para los vecinos de San Roque Que dejen de lamentarse por lo que no tienen y den gracias por lo que tienen. Que no se quejen de cómo está el mundo y que hagan algo para intentar cambiarlo. Que sueñen y luchen por sus sueños. Que intenten por todos los medios crecer, sobre todo a nivel intelectual y eticomoral.



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