José Carlos García, El Lobito, el más famoso de los castañeros de la ciudad

05 de Noviembre de 2018
el lobito castañero
el lobito castañero
"Ahora es el tiempo de los auténticos castañeros". Así de convencido nos habla José Carlos García Gil, vecino de La Bajadilla, propietario de El Lobito, uno de los puestos de castañas con más fama de toda Algeciras. La conversación, nada más iniciarse, se desarrolla a un ritmo frenético. El Lobito -apodado así por los pelos de las piernas que ya desde pequeño enseñaba sin pudor en el patio del colegio Campo de Gibraltar- no para de moverse entre las ollas, a las que vigila constantemente, la clientela y Pedro, encargado de rajar las castañas.

Detrás de este aspecto llano y bonachón se encuentra un joven de 36 años, con dos ciclos formativos hechos y algo de experiencia en la construcción. Hasta que la crisis hizo de las suyas y obligó a José Carlos a buscarse la vida: "Llevo 13 años dedicándome a las castañas. Además tengo un puesto en el barrio, donde vendo a diario todo tipo de productos del campo como tagarninas, espárragos, caracoles, chumbos, especias, hierbas...".

Calidad y el trato con el cliente. Estas son las claves de su éxito, de que un simple puesto de apenas unos metros le esté sirviendo de modo de vida para él y toda su familia. "Lo importante es el esfuerzo. Yo amo mi trabajo y eso se nota", nos cuenta El Lobito, que cierra cada noche su puesto con entre 20 y 25 kilos de castañas vendidas.

La temporada y venta de castañas la determinan el producto. "La castaña es la que manda -las últimas vinieron el año pasado de Turquía- y el cliente, claro, si le apetece y quiere venir a comprar. Hay muchos tipos de castañas, de Portugal, Galicia, Turquía, la pilonga del terreno, la que llega de la Junquera", explica José Carlos, quien nos cuenta que el oficio lo aprendió de castañeros viejos como el Chicha, el Negro o Juan Lobo. "Pero aquí estás solo. Hay que entender de castañas, darle el punto al carbón. Es muy complicado", dice.

La castaña se está convirtiendo en un artículo de lujo. Están mandando mucho a Italia, porque allí se las está comiendo una avispilla. "Pedro, castañas aquí en la olla", le dice a su socio, al tiempo que advierte la presencia de una cara conocida, aunque en realidad todas lo son para él. "Este fue mi entrenador de fútbol cuando yo era chico", nos anuncia.

"Ahora vengo a comprarle las castañas. Es muy buen chaval, y las castañas las asa como nadie... Bueno, te dejo con la entrevista y trátamelo bien que es muy buena persona", advierte el cliente mientras se hace con el cartucho aún calentito.

La fama de El Lobito está cada vez más extendida. Le llaman de colegios, ayuntamientos y hasta hace bodas. Está empezando a trabajar su Facebook y en su casa, en el número 21 de la calle Huelva, en el barrio algecireño de La Bajadilla, Manuel Vázquez, nieto de Flores el Gaditano, le hizo una placa con letra de su puño y letra.

A José Carlos le podemos encontrar hasta casi finales de año -aunque todo dependerá de lo que dure la castaña- en su puesto del recinto ferial todos los días, entre las cinco de la tarde y las diez de la noche. Y junto a él, Pedro, la persona que raja las castañas. "También hay que saber hacer esto. Ya te lo he dicho, este es un mundo muy complicado", reitera.

Nos despedimos de El Lobito, sin demasiado frío aún, con clientes que llegan andando, en coche o en moto y un piropo en la boca, la olla echando humo y la gorrilla calada.