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¡Boza, boza, boza! Con ese grito africano de victoria dieron los refugiados del 'Open Arms' la bienvenida a la tierra firme una semana y mil millas después. Hoy, Día de los Inocentes de 2018, pusieron fin a una huida de las guerras y el hambre con la llegada a uno de los muelles de la zona portuaria de Crinavis, en Campamento (San Roque).
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Un refugiado entra en el CATE/Manuel González.
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Más de trescientas historias quedaron en un punto y aparte con la entrada de los migrantes, muchos de ellos con el icónico rojo de las mantas de la Cruz Roja y hasta algún gorro de Papa Noel, al Centro de Atención Temporal de Extranjeros (CATE), una antigua nave industrial que ha recibido desde su apertura el pasado mes de agosto a casi 9.000 migrantes, la mayoría llegados en patera desde Marruecos y tres cruzar el Estrecho de Gibraltar.
Más de un centenar de estos refugiados, que fueron rescatados en aguas del Mediterráneo por la ONG Proactiva Open Arms y su buque insignia el pasado 21 de diciembre, escapan de la guerra de Somalia y, todos ellos, proceden de países africanos donde los conflictos o el hambre, o ambas penas, les empujan a la mar en paupérrimas condiciones. Costa de Marfil, Mali, Sudan, Nigeria, Guinea Burkina Faso, Camerún, Chad, Egipto, Gambia, Senegal, Siria, Liberia o Sierra Leona son sus países de origen.