"Regreso siempre que puedo a la casa de mis padres en busca de mis amigos de toda la vida"

Conversamos con David Martín Oliva, investigador y profesor de la Universidad de Granada; tesorillero de nacimiento y sentimiento que regresa a su pueblo cada vez que puede, en busca de esa infancia y juventud que vivió junto a sus seres queridos y amigos.

18 de Agosto de 2019
martín oliva
martín oliva
“¿Cómo has podido vivir aquí, papá?”, le preguntan sus hijos a David Martín Oliva, tesorillero de 46 años, doctor en Biología y profesor de la Universidad de Granada. Una pregunta que nos coloca en distintos escenarios, en dos tiempos y contextos muy diferentes. El de su padre, nacido en La Línea de la Concepción -“donde nacíamos todos”, añade-; y el de unos niños, jóvenes ya, que acuden al pueblo de los abuelos para pasar las vacaciones o algún que otro día de fiesta. “Regreso siempre que puedo a la casa de mis padres en busca de mis amigos de toda la vida”, nos cuenta el profesor, que se confiesa un enamorado del entorno de San Martín del Tesorillo y de la comarca en general; y un gran apasionado del senderismo y el cicloturismo.

La trayectoria profesional que hoy atesora David Martín comenzó a vislumbrarse desde muy joven. “En el Bachillerato ya me interesaba por el uso de los microscopios, por el conocimiento de los organismos vivos o cómo era el funcionamiento de las células. Fue entonces cuando surgió ese inquietud por la ciencia y por la investigación. Recuerdo que mi motivación era conocer mucho más sobre nuestro organismo. Y eso fue lo que me llevó hasta Granada, donde empecé a estudiar Biología”, explica.

En 1999 David Martín ya había concluido su licenciatura y seis años más tarde, en 2005, consiguió su doctorado y se incorporó a la universidad granadina. En su primera etapa como investigador, compaginó su trabajo en un hospital de la capital con una investigación cuyo objetivo era hallar el mapa genético que provoca la alteración de los tumores.

En la actualidad está en un grupo que está estudiando cómo evitar que el estrés oxidativo de las células no dañe a su normal funcionamiento, provocando así el deterioro o muerte de los órganos. “Son las células, por ese proceso de vivir del oxígeno, las que crean un subproducto que daña a la propia célula, un radical libre; y aunque está preparada para estos cambios existen malos hábitos como el consumo de alcohol o tabaco que añaden deterioro celular, generando enfermedades como el hígado graso u otras de tipo degenerativo. Lo que estamos haciendo ahora es ensayar moléculas, que luego se convertirían en medicamentos, para que la célula sobreviva a este proceso y podamos retrasar su muerte”, explica el profesor.

Esta línea de investigación la inició en 2007 pero desde 2012 está pasando por una crisis muy importante, al igual que la mayoría de las investigaciones, y no recibe financiación desde hace cuatro años, según cuenta David Martín. “Los investigadores aún no hemos salido de la crisis. Nos cortaron la financiación y los gobiernos ya solo financian a grupos muy potentes cuyo trabajo pueda ser trasladado a la clínica”, añade.

Pero sin subvenciones, los investigadores no pueden adquirir los reactivos que les ayudan a seguir investigando. “Tampoco acogemos a estudiantes, por lo que la cantera universitaria lleva paralizada unos años y eso les desanima mucho porque ven que lo que hacen en su etapa postdoctoral no va a tener continuidad en el tiempo. Si no investigas y no publicas, no te financian. Y esa es la pescadilla que se muerde la cola. A mí, afortunadamente, me cogió una época buena y pude hacer mi doctorado para acceder a la Universidad y he publicado más de 30 trabajos en revistas consideradas de impacto. Pero no es el caso de los alumnos que ahora pretenden continuar con la investigación; y el problema es que si no se estudian los procesos básicos no se puede seguir adelante porque son esos procesos -que se pueden prolongar entre 15 y 20 años- los que soportan todo lo posterior”, explica David Martín.

Foto: Antonio Fernández Moreno

Para David, a pesar de sus años en Granada, San Martín del Tesorillo sigue siendo su principal referencia vital. Cada vez que regresa, el tiempo no solo pasa por él. También por el pueblo.

“El Tesorillo de hoy ha cambiado mucho respecto al que yo viví, era un tiempo en el que se vivía en la calle y la plaza hacía de nexo y unión entre las personas. Allí pasábamos las noches de verano, a la fresquita, como se suele decir. Ahora hay gente nueva, se respiran otros aires”.

Nuevos aires que llegan de la mano de la independencia de San Martín del municipio de Jimena de la Frontera. “Mi padre fue representante del pueblo en el Ayuntamiento de Jimena y San Martín ha demandado esa independencia históricamente. Los tesorilleros hemos vivido ese sentimiento de que disponíamos de recursos propios para poder decidir sobre nuestro dinero y nuestro futuro, de que aportábamos más de lo que recibíamos”, declara el profesor.

Una nueva etapa que se inaugura, pero que no va a ser fácil sacar adelante. “Creo que una vez que se ha conseguido ser municipio independiente, cada partido está intentando jugar sus bazas y lo que deberíamos haber hecho es un trabajo conjunto, sin siglas, porque las siglas y la política condicionan mucho las decisiones que se toman. Este proceso tendría que haber sido abanderado bajo un pueblo unido, y aunque todos tengan buenas intenciones, esa división se nota en un sitio tan pequeño como San Martín del Tesorillo”, concluye.