Fotoperiodistas, el oficio de contar historias

25 de Agosto de 2019
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muchos fotoperiodistas que crecieron, como fotógrafos, en una realidad tan diversa como la del Campo de Gibraltar. Su trayectoria profesional les ha llevado a múltiples lugares, escenarios y personajes, y de todos ellos trajeron relatos que surgieron de su particular forma de contemplar el mundo. Hemos reunido aquí parte de su trabajo y algunas de sus reflexiones sobre la profesión y los vertiginosos cambios en los que está envuelto el periodismo.

José Luis Roca García, 52 años.
Premio Ortega y Gasset de Fotografía. Premio Andalucía de Periodismo.

“Me gusta componer la foto para que tenga una lectura fácil”



José Luis Roca García comenzó publicando sus primeras fotos como fotoperiodista en el extinto diario La Tribuna de Algeciras. Pero si a la carrera de este fotógrafo sanroqueño que trabaja en Madrid para el periódico de Catalunya desde 2008 hubiera que ponerle una fecha de inicio, esta sería la de aquella mañana de mayo de 1985 cuando la Refinería Gibraltar de Cepsa sufrió uno de los mayores accidentes de su historia con la explosión de dos petroleros. “En cuanto me enteré, cogí una cámara, un carrete y me fui allí. Y creo que fueron esas fotos las que me llevaron a lo que hoy soy”, explica Roca, cuyas imágenes no fueron publicadas en ese momento, aunque sí años más tarde coincidiendo con un aniversario de la tragedia. 
El fotógrafo enseñó aquel trabajo al periodista Jorge Bezares y éste le llevó a las primeras colaboraciones con el Diario de Cádiz y, posteriormente, al diario Europa Sur, donde ejerció como fotógrafo entre 1989 y 2006, año en que decidió comenzar una nueva etapa profesional. “Solicité una excedencia para dedicarme con más tiempo a la agencia Agence France Press (AFP) con la que también colaboraba. Meses más tarde me llamaron de El Periódico y decidí trasladarme a Madrid buscando mejorar mi situación laboral”, explica el fotógrafo. 
“Nuestro trabajo consiste en contar historias. No se trata solo de salir en los papeles sino de tener que decir algo a los demás”

Treinta años detrás de una cámara han hecho de José Luis Roca uno de los fotoperiodistas con más experiencia que han salido del Campo de Gibraltar. “Nuestro trabajo consiste en contar historias, y no se trata solo de salir en los papeles sino de tener que decir algo a los demás, de trasladar una realidad tan dura como la de la inmigración, un tema que nos ha tocado vivir a muchos fotógrafos de la zona”, explica José Luis Roca, quien confiesa que cada día que se enfrentaba a un desembarco su mayor reto era contar una historia que pareciera distinta a la del día anterior sin importar si había muertos o no, y siempre con el mismo respeto. “Esta es una realidad que no desaparece aunque pierda interés y necesite de grandes números para volver a las portadas. Pese a todo eso, la inmigración sigue ahí”, añade. 
La clave de su trabajo como fotoperiodista está, según cuenta, en saber encontrar ese elemento que hará más fácil la lectura de una imagen. “Me gusta componer la foto de tal manera que sintetice todo lo que la imagen quiere trasladar; añadir ese algo que algunos llaman artístico pero que a mí no me agrada mucho, a las herramientas del lenguaje fotográfico”.
José Luis Roca es crítico con la profesión, con las empresas editoriales que no han sabido ver que la era de internet y las redes sociales iban a cambiar el periodismo para siempre. “Han tardado mucho en adaptarse y en el camino se han perdido muchas cosas y una de ellas es la credibilidad. Hoy, cualquiera puede llegar a la misma gente a la que llega una plantilla de profesionales formada por periodistas. No obstante, creo que tarde o temprano la gente elegirá de nuevo una información veraz, basada en la seriedad del trabajo. Mientras tanto, los periodistas están compitiendo con cualquiera que quiere decir algo”, declara el fotógrafo.

Andrés Carrasco, 43 años.
Premio Andalucía de Periodismo. Premio Ortega y Gasset. Andalucía sobre Migraciones.

“Lo más importante en esta profesión es que te guste”



Andrés Carrasco nació en Barcelona hace 43 años, pero desde los siete reside en Algeciras, ciudad en la que ha crecido rodeado de fotógrafos. “De cinco que somos en la familia, cuatro nos dedicamos a esto”, cuenta, al tiempo que rememora con cariño aquella primera credencial de la agencia EFE que su padre le hizo cuando tan solo tenía 17 años. “En aquel tiempo yo no quería hacer nada, tenía16 años y estaba viviendo esa época rebelde que nos toca… Mi padre me dijo que algo tenía que hacer y me llevó con un compañero de la televisión de Algeciras para que aprendiese el oficio. Me tiré dos años de cámara, sin cobrar, y paralelamente empecé a hacer fotos para EFE junto con mi padre, que trabajaba para la agencia”, explica. 
Sus primeros trabajos como fotoperiodista los firmó en el diario Europa Sur. “La primera foto que hice fue en el paseo marítimo, y aún la tengo, de un coche que se estrelló allí. Recuerdo que era un Renault 5. Fui con un amigo, hice la foto, la mandé al periódico y la publicaron. Mandar fotos, una expresión que hoy describe un trabajo muy distinto al que se hacía hace dos décadas.
“Mandábamos las fotos a EFE a través del fototipo, un rodillo en el que metías la foto, unas pinzas se conectaban al teléfono, y el telefoto la transmitía. Revelábamos en papel y lo que poníamos en el rodillo se iba transmitiendo punto por punto. Digamos que iba escaneando la foto y cuando terminaba de hacer ese escaneo, la recibían en Madrid”, explica Carrasco.
De este modo, entre colaboraciones y algún que otro proyecto que luego tuvo que abandonar, se inició la trayectoria profesional de Andrés Carrasco, al que le preguntamos si se define como fotoperiodista. “Hago fotos de todo, pero lo que más me gusta es hacerlas para prensa. Donde me siento más cómodo es ahí, o cuando hago trabajos documentales. Lo más importante en esta profesión es que te guste y de eso te das cuenta desde el primer momento”, explica el corresponsal de EFE, para quien el resultado de cada uno de los trabajos depende, en buena medida, de la capacidad para prever lo que va a ocurrir. “Es primordial colocarte en el sito idóneo, y saber cuál es el lugar correcto te lo da la experiencia. Sin embargo, no siempre se consigue. Cuando haces fotografía para prensa tienes pocos minutos para llevarte la foto”, añade.
Como a otros muchos compañeros que trabajan o han trabajado en el Campo de Gibraltar, el fenómeno de la inmigración ha sido una constante en su carrera. “Antes podías hacer fotos de inmigración más tranquilo porque el periódico no salía hasta el día siguiente. Ahora quieren la imagen antes de que suceda. Estás obligado a trabajar mucho más rápido”, cuenta Carrasco, quien señala que este fenómeno seguirá siendo foco de atención de los medios nacionales en mayor o menor medida, al igual que Gibraltar o el fenómeno del narcotráfico. “Ahora  estamos viviendo la época de las redadas. Los gobiernos están interesados en que se vea que están poniendo esfuerzos para controlar y frenar el tráfico de drogas. ¿Y cómo pueden trasladar toda esa tarea? Facilitando el trabajo a la prensa, sobre todo después de un repunte muy alto que estaba dando una imagen muy perjudicial de esta zona. La única manera de contrarrestarla es dejar que todo se vea”, declara el fotógrafo.
“Me he quedado con la espinita de haber ido a algún lugar en conflicto. He tenido etapas en mi vida en en las que pude haber ido, pero ahora no me veo”

Andrés Carrasco coincide con otros colegas al señalar que aprender el oficio de fotógrafo es mucho más fácil ahora que antes, pero acceder a la profesión es más complicado. “Antes tenías que saber revelar, positivar, aprender el oficio en escuelas o donde fuese. Hoy es más fácil y todo el mundo puede hacer una foto con el móvil. Basta con ver un informativo para darte cuenta de que muchas imágenes han sido grabadas con un móvil. Eso antes no pasaba. A los medios de comunicación, a los directores, a sus dueños, les interesa mucho menos la calidad de las fotos. Hace poco un compañero me dijo que lo que las empresas hacen hoy es rellenar un periódico de publicidad y en los huecos que quedan meten una noticia o una imagen”, añade. 
Andrés Carrasco rememora con especial cariño algunas de las imágenes que ha tomado con su cámara a lo largo de todos estos años. “Recuerdo una que hice a un padre que bajó de una patera con su hija y se despidió de ella dándole un beso; o aquella vez que dos hombres sacaban a una mujer del agua. Luego vi a esa pareja andando por la ciudad”, explica el fotógrafo, que también tuvo la oportunidad de hacer una foto junto a la tumba de Paco de Lucía. “La hice porque me encontré allí en ese momento, no la buscaba. Aquel día se formó una pelotera muy grande y nos dijeron que no íbamos a poder entrar en el cementerio. Luego vi cómo la gente entraba y aquello empezó a desmadrarse un poco. Todo el mundo estaba grabando con móviles y me decidí a entrar. Al cabo de unos minutos estaba delante del féretro y me dije a mí mismo que tenía que hacer esa foto. No podía dejar pasar aquel momento, aunque solo hice dos disparos, no quise estar más tiempo”, narra con cierto pudor el fotógrafo.
A lo largo de todos estos años, Andrés Carrasco ha ampliado sus fronteras y ha viajado a varios países del mundo para retratar la situación de determinados colectivos. Cuba, Japón, Lesbos, Sáhara, Camerún, Burkina Faso… “De vez en cuando me busco algún lugar a donde ir porque me apetece ver las cosas por mí mismo”.
¿Cuál te gustaría que fuese tu próximo destino? “Ahora estoy mucho más mayor -ríe-, y me he quedado con la espinita de haber ido a algún lugar en conflicto. He tenido etapas en mi vida en en las que pude haber ido, pero ahora no me veo. Esos destinos se han puesto muy peligrosos, ya ni siquiera las agencias mandan a gente, prefieren contratar a gente autóctona”, concluye.

Marcos Moreno, 44 años.
Premio Nacional de Periodismo Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado
Premio Internacional de Periodismo Mingote.

“Vivir como freelance es posible si no tienes ataduras. En esto no puedes empezar con una hipoteca”



Marcos Moreno se define como fotoperiodista, pero también como periodista. “En muchas ocasiones los fotógrafos nos vemos en la obligación de contar al periodista qué ha sucedido en el lugar en el que hemos estado. Ellos no siempre pueden acudir y nos toca a nosotros estar en primera línea”, declara Moreno, quien cuenta que a la fotografía de prensa no le llevó la fotografía en sí, sino la necesidad de hacer denuncia a través de sus imágenes. Con apenas 14 años de trayectoria profesional, Moreno ha conseguido hacerse un hueco en agencias de renombre como la Associated France Press y Associated Press, y en las redacciones del diario El País y El Español, además de colaboraciones con el diario local Area. 
“A los 30 años trabajaba como informático. Tenía un buen sueldo, pero cada día que pasaba me costaba más ir al trabajo. Aquello no me hacía feliz, no me sentía bien. Decidí hablar con mi mujer y le dije que no quería seguir haciendo lo mismo, que no estaba bien”. Y a aquellas palabras, a aquella declaración de intenciones, le siguió la llamada de un amigo, Gerardo, que Marcos Moreno califica de providencial. “Me dijo que le había llegado una cámara digital. Una Nikon D/100, de 6 megapíxeles, para que la probase.  Casi 15 años después todavía la conservo junto a una colección de 350 cámaras”, explica el fotógrafo. 
En aquella época los periódicos locales andaban buscando fotógrafos. Su primer currículo lo dejó en las oficinas del diario Área, un currículo en el que, por cierto, mintió añadiendo dos cursos de fotografía que ni siquiera había hecho. “Ni siquiera sabía usar la cámara, lo tiraba todo en automático”, cuenta el fotoperiodista. 
Hasta que llegó febrero de 2004 y se fue a una huelga que habían convocado los trabajadores de Acerinox. “No sabía hacer fotos, pero allí estaba, y fue en ese momento cuando tomé conciencia de lo que quería hacer y decidí que aquello me gustaba. A partir de ahí empecé a hacer cursos, talleres, a mejorar mi formación de forma autodidacta, hasta llegar hasta donde estoy hoy”, añade el linense. 
“Los trabajos con los que más disfruto son los que tienen que ver con la denuncia social”

Marcos Moreno define sus trabajos por su capacidad de contar historias. “Los trabajos con los que más disfruto son los que tienen que ver con la denuncia social, la inmigración, los refugiados, la gente que tiene que decir algo pero a la que nadie escucha”, cuenta el fotógrafo, que trabaja como freelance, con sus ventajas y sus inconvenientes.
“Como ventajas podría decir que no tengo jefe ni horario; pero tampoco sé qué voy a hacer o cuánto me va a durar el próximo trabajo, el próximo encargo”, declara Moreno, quien prefiere alejarse de los discursos que hablan del fin del periodismo. 
“Desde que estoy en esto escucho que el periodismo está acabado, y aquí seguimos. Eso sí, la profesión exige que estés en continuo reciclaje. Hay que renovarse, adaptarse a las nuevas exigencias del periodismo. Yo no solo hago fotos, también vídeos y hasta cuento historias”, concluye Moreno, para quien el oficio está muy complicado. “Ahora es más fácil empezar porque hay muchos más medios a tu alcance, pero es más difícil encontrar un hueco. Vivir como freelance es posible si no tienes ataduras. En esto no puedes empezar con una hipoteca”, concluye.
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