La fuerza que mueve el GRAN PUERTO

Francis Mena
Periodista
02 de Enero de 2020
puerto
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Detrás de su imponente figura, detrás de las cifras y los récords, detrás de los proyectos e inversiones, e incluso detrás de las autoridades, están las mujeres y los hombres que, con su trabajo diario, mueven el mayor puerto español y uno de los grandes de Europa. Siroco habla con cuatro de esos miles de trabajadores sobre cuatro actividades diferentes e imprescindibles. Perfiles representantes y representativos del gran engranaje del Puerto Bahía de Algeciras. 

Cifras  y  barcos gigantescos 

El Puerto de Algeciras es el cuarto puerto europeo en tráfico total al mover en 2018 107,36 millones de toneladas. Solo Rotterdam, Amberes y Hamburgo mueven más. En cuanto al contenedor, las terminales algecireñas lograron mover 4.773.158 teus, superando su propio récord y situándose entre los diez primeros del continente. 

Los muelles algecireños gestionaron en 2018 un total de 122 megaships, los barcos gigantes con capacidad para más de 20.000 teus. Este año llegaron a operar por primera vez dos de estos buques de forma simultánea y en dos ocasiones los estibadores trabajaron sobre los dos portacontenedores más grandes del mundo.

ELÍAS CORRERO ESTIBADOR

La mayor parte del tráfico internacional de mercancías, por encima del 80%, se mueve por vía marítima. El Puerto Bahía de Algeciras, entre dos mares y dos continentes, es un punto estratégico y cada año llegan a sus muelles millones de contenedores. En 2018 fueron 4,77. Un trabajo imposible sin las manos de los 2.000 estibadores portuarios.

“Cuando se habla del estibador se habla de una serie de eslabones que forman una cadena”, define Elías Correro (Los Barrios) que, a sus 40 años, lleva más de media vida entre los muelles Juan Carlos I y de Isla Verde Exterior.  

Una cadena que, en la estiba, se le denomina mano. Es el nombre que recibe el equipo de unos 16 trabajadores que operan en cada grúa y está compuesta por un capataz al frente de las operaciones; un gruista, que carga y descarga los contenedores del barco; un sobordista, que está también en la portainers controlando la mercancía y dando información al patio; un amantero, que guía al gruista desde el barco durante la operación; cinco peones a bordo del buque, dedicado al trincaje y destrincaje (sujeción de la carga para evitar el movimiento durante el transporte); un peón en tierra, que se encarga de poner o quitar las tacillas (el anclaje de los contenedores a las grúas); y cinco o seis camioneros. 

Elías Correro explica que está ahora de amantero. “Somos los ojos del gruista”, ilustra el estibador, que dice disfrutar de su trabajo sea cual sea su función. 

La Sociedad de Estiba y Desestiba del Puerto Bahía de Algeciras cuenta con unos 1.600 trabajadores fijos y unos 400 eventuales. Tienen fama de ser productivos, con récords de movimientos a sus espaldas. Una grúa
puede mover una media de 26 contenedores en
una hora. “Creo que esa fama se debe a que trabajamos muy bien, son muchos años de experiencia,
tenemos formación constante y la gente está muy especializada”, opina Elías Correro. 

Sin embargo, cree que una de las claves fundamentales es el compañerismo. “Esto es una cadena en la que ninguno puede fallar porque arrastra al resto y tienes que confiar en tus compañeros, que haya un buen ambiente. Todos somos importantes”, declara. Un compañerismo, dice, que también se ve durante las huelgas y conflictos laborales. “Una parte de nuestro trabajo que nos gusta es la unión que existe, nos sentimos como una familia, y nos sentimos muy identificados con la lucha obrera. ¿A quién no le gusta luchar por el pan de sus hijos? Incluso ayudamos a otros colectivos, el estibador es gente solidaria”. 

Comenta Elías Correro que el trabajo en la estiba ha cambiado mucho. “Antes esto no lo quería casi nadie, era un trabajo muy duro… y lo sigue siendo”, expresa. Especialmente los días de temporal de viento, lo peor para los estibadores junto a lo imprevisible de los turnos que depende de la demanda de trabajo. “El estibador tiene difícil planificar su vida, es uno de los problemas mayores, nunca sabes de qué estás”. 

Uno de los cambios más evidentes del trabajo en las terminales se ha dado en la seguridad, lo que ha permitido reducir los accidentes graves y mortales. El más significativo, el de la entrada de la mujer en la estiba algecireña. “Ahora hay setenta mujeres eventuales y todo lo que podemos hablar de ellas es positivo: hacen las mismas labores que los hombres, tiene su formación y ya son unas compañeras más. La aceptación, que parecía otra cosa, ha sido muy buena”, comenta el estibador.  

Elías reconoce que le gusta “leer noticias de que este año el Puerto de Algeciras ha batido un nuevo récord o que es el primero de España porque eso significa que tus compañeros y tú habéis hecho el trabajo bien”.  “Y eso es un orgullo”, dice

AMAYA VIVAR, Controladora Marítima

Desde lo más alto del Puerto Bahía de Algeciras trabajan los vigilantes ojos de los controladores marítimos. La torre de control de Salvamento Marítimo que se levanta en el Paseo de la Conferencia tiene ante sí una de las bahías más complejas desde el punto de vista del control del tráfico, con numerosos elementos y el paso de miles de buques. 

Amaya Vivar (Cádiz) es una de las personas encargadas de esta labor fundamental para el salvamento marítimo, el control del tráfico y la lucha contra la contaminación.

Atesora 19 años de experiencia como controladora, a los que suma años de navegación. Prácticamente la mitad del tiempo lo ha pasado en la torre de Tarifa y la otra, en Algeciras. 

En la torre de Algeciras trabajan catorce controladores, el jefe de torre y un administrativo; mientras que en Tarifa, donde se realizan otras funciones, son 21 controladores, un jefe, un subjefe y dos administrativos. Ambos centros están activos las 24 horas y los 365 días del año y siempre, como mínimo, con dos controladores en cada guardia. 

Amaya explica el día a día del controlador: “Cuando llegamos aquí hacemos un relevo con el compañero, que nos pasa principalmente si ha habido alguna emergencia. Si no, pasamos a lo que llamamos la pantalla, que es el tráfico: ordenarlos, informar a los barcos de lo que está pasando durante su maniobra de entrada, salida o cualquier otra actividad”. 

“En la bahía temenos muchas cosas que suman y que son importantes en la actividad marítima: está uno de los puertos más importantes de Europa, tenemos dos terminales de contenedores, fondeaderos,
Acerinox, una refinería,  un puerto  pesquero,  astilleros…”, enumera la controladora. A esto hay que sumar Gibraltar, y sus circunstancias especiales, y la cercanía de Marruecos, que implica “una altísima densidad de ferris”.

“Nosotros vemos una gran extensión de mar pero la entrada a la bahía para un barco es un pasillo porque su capacidad de maniobra es muy limitada”, añade la controladora nacida en Cádiz. 

“Invertimos mucho en seguridad, se ha desarrollado una red importante y aquí se trabaja para evitar incidentes”, expresa. Además, apunta que el Sistema de Identificación Automática (AIS) ha dado un salto de calidad a la seguridad marítima. Antes, en pantalla, solo aparecía un eco, mientras que con el actual sistema hay un vector que da rumbo y velocidad del barco, que viene con el nombre. “Esto hace veinte años era ciencia ficción”, apunta. 

Otra función fundamental de la torre de control es la lucha contra la contaminación. “Salvamento Marítimo tiene sus embarcaciones naranjas que patrullan, se han reforzado las inspecciones a los buques, y son los propios barcos los que avisan si ha habido un vertido, que ahora son muy puntuales y controlados. Todos estamos más concienciados”, declara Amaya mientras no dejan de sonar comunicaciones de radio entre los barcos que acceden a puerto y la torre.

La torre de Tarifa abarca un área mucho más grande, desde la frontera con Huelva hasta la mitad del Mar de Alborán y hasta Marruecos. Su función se limita a al salvamento y rescate, con especial relevancia en verano con el incremento de la inmigración irregular por vía marítima. 

Amaya Vivar recuerda que empezó embarcada en un buque de carga rodada entre las Baleares y la península. De ahí pasó a la línea Cádiz-Canarias de Transmediterránea y, más tarde, a un petrolero con el que navegaba casi con todo el mundo, que es lo que más le gustaba. “Ya cuando pienso en tener familia y me asiento, decido trabajar de controladora marítima”, expresa. “Aquí todos hacemos lo mismo, todos tenemos que ser diplomados en Ciencias Náuticas, y ser pilotos o capitanes de la Marina Mercante, y antes tenemos que navegar”, explica la controladora, que considera que su trabajo es “maravilloso y satisfactorio”. “Aquí salvas vidas”

Las torres que controlan a 125.428 buques

El Estrecho de Gibraltar es uno de los puntos estratégicos del transporte marítimo mundial. Según los datos de Salvamento Marítimo, el tráfico controlado el pasado año por el centro de control de Tarifa fue de 71.234 barcos, mientras que el de Algeciras registró 54.194. En el Puerto de Algeciras escalaron 28.913 buques. Solo en el mes de agosto, con la OPE en marcha, se produjeron 5.621 entradas y salidas de embarcaciones. Eso supone una media de 180 al día. 

Entre las torres de Algeciras y Tarifa sumaron el 40% del total del tráfico que controlaron los veinte centros que existen a nivel nacional.

“La ruta del Estrecho es peculiar e interesante”. Lo dice Cristina González (Cabezón de la Sal, Santander), capitana del ‘Poeta López Anglada’, buque de Balearia que opera en la ruta Algeciras-Tánger. 

“Un capitán es responsable de todo lo que pase con el barco y a causa del barco, de mantener la seguridad de la tripulación y el pasaje”. El que capitanea Cristina González cuenta con 62 tripulantes que trabajan en dos turnos, uno de día y otro de noche, una capacidad para 1.192 pasajeros y hasta 230 turismos. Este ferry de Balearia completa, “si todo va bien”, cuatro rotaciones en 24 horas entre dos continentes, entre los puertos de Algeciras y Tánger Med. 

Cristina González lleva desde 2015 navegando como capitán. “Accedí a capitán de barco porque, como todo en esta vida, hay que aspirar a lo máximo; y también porque me gusta mucho maniobrar, aunque ser capitán no solo es eso, es mucho más”, apunta. Relata que hasta llegar a esa posición tuvo que pasar un proceso de doce años. Durante todo este tiempo ha navegado en diferentes aguas. Las del Estrecho de Gibraltar, dice, “son peculiares y requieren máxima atención”.  

“Tiene un dispositivo de alta frecuencia, hay corrientes, a veces nieblas, y no es una navegación normal. Es un periodo corto de tiempo donde tienes que cruzar un dispositivo, primero la parte mediterránea-atlántica y luego la atlántica-mediterránea, lo más oblicuo posible e intentando estorbar lo menos posible para no interceder a los otros barcos”, explica la capitana del ‘Poeta López Anglada’. “Es una navegación interesante, curiosa, no como por ejemplo Canarias donde no te cruzas con un barco hasta que no llegas a puerto; aquí precisa mucha atención”, añade. 

Cristina González Capitán de buque


Para ello, en el puente “siempre hay dos personas como mínimo: una suele ser el capitán y otra, el oficial de guardia”. “El capitán va en el puente por si hubiese alguna incidencia, tomar las decisiones oportunas y apoyar al oficial que está al tanto de la navegación”, explica. 

Cristina González comenta que en la ruta apenas “hay incidencias para toda la afluencia” porque está “muy bien organizado”. 

También hay días con circunstancias especiales, como la niebla: “En ese caso emites a toda la tripulación una atención por visibilidad reducida, se activa una señal acústica para que los demás barcos te sitúen y que consiste en una pitada larga cada dos minutos; el jefe de máquina tiene que estar en la máquina y el oficial de guardia, en el control, mientras que el marinero de guardia tiene que estar vigilando en el puente, y el resto de la tripulación en alerta. Con niebla, no se cruzan los barcos, y en el Puerto de Algeciras solo puede haber un movimiento a la vez”.  

El ‘Poeta López Anglada’, además, tiene estabilizadores y puede navegar durante los temporales aunque, dice González, “todo tiene un límite y con cierta altura de ola no puede salir”. 

La capitana Cristina González habla con pasión de su trabajo en la línea marítima Algeciras-Tánger. “Lo que más me gusta es todo”, dice. 

Casi seis millones de pasajeros en un año

Los barcos de las navieras movieron en 2018 un total 5.952.840 pasajeros con incrementos en las tres líneas: Algeciras-Ceuta, Algeciras-Tánger Med y Tarifa-Tánger ciudad. Además, hay que sumar el tráfico de vehículos en régimen de pasajes que fueron 1.213.451, mientras que el tráfico rodado de camiones creció hasta las 338.587 unidades. 

Almudena Martínez Policía Portuaria

Hay puertos que son como una ciudad. Como tal, necesitan una policía local, cercana y especializada. En el insomne Puerto Bahía de Algeciras trabajan cada día miles de personas, decenas de barcos entran y salen, y por sus instalaciones pasan centenares de vehículos. Un trasiego constante que cuenta con el control y vigilancia de más de 120 miembros de la Policía Portuaria. 

Almudena Martínez (Algeciras) es una de estas agentes que velan por la seguridad en las instalaciones portuarias de Algeciras, Tarifa y Campamento, en San Roque. Accedió al cuerpo en 2005 y cuenta con orgullo que “ya son trece las mujeres perfectamente integradas” en una plantilla que trabaja 24 horas, los 365 días del año. 

“Hacemos de todo para evitar que haya incidencias”, apunta la policía portuaria. Las competencias de la Policía Portuaria son mayores y más complejas de lo que se aprecia a simple vista. Su función incluye el control de todo el tráfico rodado en el interior de las instalaciones, una vía más de la ciudad de Algeciras; prevenir y actuar en posibles incidentes, supervisar el cumplimiento de los reglamentos y autorizaciones que emite la Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras (APBA), imponer sanciones administrativas, supervisar que cualquier operación y actividad se esté realizando de forma adecuada y segura, vigilar el avituallamiento y aprovisionamiento de los barcos desde tierra, y verificar las mercancías, especialmente las peligrosas, que se mueven en el recinto portuario.

Una labor importante, con mayor atención en los últimos años, tiene que ver con el medio ambiente. El policía portuario también se encarga de controlar posibles episodios de contaminación, ya sea acústica, terrestre o
marítima. “Si un camión derrama gasoil en el asfalto, si se observa vertido en el agua, o si hay olores o humos se realiza un informe y se comunica”, explica Almudena Martínez, que indica que el tráfico de camiones cada vez es mayor. 

Para todo ello, la Policía Portuaria del Puerto de Algeciras cuenta con 120 agentes y una bolsa de eventuales que actualmente es de unas 60 personas. También con 726 cámaras de vigilancia entre Algeciras y Tarifa que “graban todo en todos los puntos del puerto continuamente”, y un sistema rápido de comunicación entre las patrullas, los accesos a las instalaciones portuarias y el centro de control, que siempre tiene dos agentes y dos jefes. “Desde el centro tenemos un programa para controlar los accesos, todas las barreras, tornos, puertas, oficinas y un sistema de anti intrusión”, añade la agente algecireña. Además, la flota de vehículos está compuesta por doce coches, cuatro motocicletas y dos ciclomotores. 

Almudena Martínez fue una de las primeras mujeres policías portuarias del puerto algecireño hace ya 14 años. “Desde el principio me gustó el tema y me gustaban las labores que realiza el policía portuario, y además de todo el tema de control siempre estamos a disposición de los ciudadanos”, expresa la agente que apunta que ella y sus compañeros se renuevan con cursos y formación “todos los años”. 

Reconoce, eso sí, que “es duro conciliar el trabajo con la familia”. Además, todo ello lo compagina con otra de sus pasiones: el atletismo. Almudena Martínez lleva compitiendo desde los 16 años, llegó a ser subcampeona de España, y ahora se dedica a correr trails y participa en las competiciones de la policía y bomberos a nivel nacional y europeo. “Nuestros policías portuarios son muy deportistas”, concluye.

El reto de la OPE

Todo el trabajo del policía portuario se multiplica durante la Operación Paso del Estrecho, el dispositivo que controla la mayor migración controlada en el marco de la Unión Europea. Las instalaciones portuarias de Algeciras soportaron, entre el 15 de junio y el 15 de agosto, el paso de 230.438 vehículos y más de 908.000 personas, a lo que hay que sumar los 38.632 coches y 238.500 pasajeros del Puerto de Tarifa. 

En un día pueden pasar más de 13.000 vehículos por Algeciras, llegando a picos de 975 cada hora.