Amor y Esperanza, dos elocuentes palabras que hoy se han sentido más que nunca en el barrio de San Bernardo al paso del Santísimo Cristo del Amor y María Santísima de la Esperanza. Así se sentía. Casi se tocaba. Llevando y compartiendo estos sentimientos con el resto del pueblo de La Línea.
El amor entre unos y otros, entre todos, la hermandad entre las cuadrillas de costaleros, los hermanos nazarenos, los fieles, devotos y promesas que se agolpaban en los alrededores de la iglesia de San Bernardo Abad. Otro lleno en un multitudinario Viernes Santo para el recuerdo.
Bebés vestidos de nazareno correteando entre el gentío, padres costaleros pasando el testigos a sus hijos, ancianos que salían a la puerta de casa con sus sillas de la playa. Un coro detiene al paso de palio y canta el himno de la Esperanza, un vecino grita desde su azotea y proclama vítores a estas sagradas imágenes, petaladas en cada casa y saetas en cada esquina. El barrio de San Bernardo se ha volcado hoy con la salida procesional de las sagradas imágenes del Cristo del Amor y la Virgen de la Esperanza, que han vuelto este Viernes Santo a procesionar por las calles tras dos años de interrupción por la pandemia.
Y así vuelve la casi normalidad, tan ansiada, y vuelve la Esperanza. Una Esperanza que ha impregnado desde San Bernardo a todo el pueblo de La Línea. Era como si tras cada levantá, tras cada chicotá, cayera un poco de esto en cada una de las cientos de personas que han admirado durante su recorrido a estos imponentes y majestuosos pasos de misterio y palio de San Bernado, llevados a la gloria por sus cuadrillas de costaleros y firmando un nuevo capítulo en la historia de esta hermandad y la Semana Santa de La Línea.