La invasión de especies exóticas es considerada en la actualidad como la segunda causa de pérdida de biodiversidad a nivel mundial, siendo los ecosistemas acuáticos especialmente vulnerables. El transporte marítimo es el principal vector de dispersión de estas especies, las cuales viajan en las aguas de lastre o formando parte del biofouling. Por ello, las aguas portuarias y sus zonas aledañas de fondeo tienen su implicación directa en el proceso. El artículo Aguas de lastre, bioinvasiones marinas y proyecto europeo Atlantic Blue Ports, de Isabel Cárdenas Marcial y José Carlos García-Gómez, publicado en la Revista Almoraima número 57 del Instituto de Estudios Campogibraltareños, realiza una minirevisión del tema, así como trata mecanismos de control y de tratamiento de aguas de lastre como medidas de mitigación.
A diferencia de las invasiones de especies exóticas terrestres, las marinas son casi imposibles de erradicar y, por lo tanto, entienden los expertos, la medida de mitigación más importante para afrontarlas es evitar su introducción. Los investigadores recogen en este artículo las especies invasoras cuya introducción en nuestro país se debe a las aguas de lastre o al biofouling. Recordemos que en el Estrecho de Gibraltar sufrimos la Rugulopteryx okamurae. En este escenario de entornos portuarios y aguas próximas de fondeo, se impone la necesidad de establecer medidas de gestión eficaces que reduzcan el riesgo de futuras bioinvasiones
como consecuencia del tráfico marítimo y de la descarga directa de las aguas de lastre en entornos portuarios. Para abordar este reto medioambiental, conocemos el proyecto europeo Atlantic Blue Ports (mayo de 2018 – diciembre de 2020).