El idioma universal a través de una cámara: Tomoyuki Hotta

Sofía Furse.
Periodista
19 de Noviembre de 2022
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Un linense en Copenhague. Un japonés en el Campo de Gibraltar. Así miramos. Zoom. Así nos miran. Gran angular. Dos enfoques. Dos vidas. Manolo y Tomo.
La fotografía como lenguaje universal.
Comenzamos con la historia de Tomoyuki Hotta. La próxima semana, Manolo González.

Maletín metálico en mano, cámara y sombrero. Listo y a fotografiar. Él es Tomoyuki Hotta, fotógrafo documental conocido en todo el Campo de Gibraltar. De Japón a Algeciras. Naturalidad, movimiento y gran angular. Su estilo habla por sí solo y no necesita dominar el castellano, su idioma es su cámara. Esta es su historia.

Tomoyuki nos recibe con un gran abrazo. Lleva más de 30 años en España. Vino y se quedó por amor. Hizo en bicicleta 660,4 kilómetros para reunirse con la persona que le robó el corazón en 1992. Se instaló en La Línea y un año más tarde regresó a Japón. No sería

hasta varios años después cuando la comarca volvería a atraparle y, esta vez, la definitiva, que culminaría con su matrimonio con la artista israelí Liona Hotta, quien tras casarse adquirió su apellido.

“Aquí somos los dos un poco japoneses”, ríe Liona, esposa de Tomoyuki, mientras indica que hemos de quitarnos los zapatos antes de acceder al domicilio. Nos facilita unas zapatillas y nos da paso a un gran salón cuyas paredes están repletas de cuadros y todo tipo de decoraciones de artistas que pasaron por el objetivo de su cámara.

Amor y fotografía

El amor y la fotografía ataron al japonés al Campo de Gibraltar. “En Tokio todo el mundo caminaba con prisa, era difícil parar a la gente por la calle para pedirles una foto”. Para Tomoyuki es imprescindible que la protagonista de su retrato sepa de antemano que va a ser fotografiada y tener su permiso. Así lo hacía cuando tan solo era un estudiante de Fotografía en la capital japonesa.

El japonés supo nada más llegar cuál sería su objetivo: fotografiar a los especiales. Un día caminaba por la plaza de abastos y vio un escaparate donde dos peluqueros “muy enfadados” y “muy serios” cortaban el pelo a clientes. “En ese momento supe que quería tener esa foto, los algecireños”. ¡Un año y medio! Tomoyuki estalla en carcajadas al recordar el tiempo que tardó en atreverse a entrar a esa peluquería: “Conseguí entrar y aproveché para cortarme el pelo”, se toca la coleta que lleva hecha (o deshecha, mejor dicho). Su estilo le delata, como lo hace su fotografía: es un alma libre, rollo alternativo, quien no sigue normas ni estilos, crea el suyo propio. Su esposa Liona lo define como un espíritu libre e individualista. Aun así, por contradictorio que pueda parecer, le encanta la gente, cómo se mueven, actúan, reaccionan y piensan. Por eso traslada a imagen la naturalidad de las personas. “No me interesan los paisajes. Me interesa lo que lleva el ser humano por dentro”.

‘Los especiales’: El orgullo de ser algecireño

Fotografía que forma parte de uno de sus libros 'Los Especiales'.

Quiso capturar la esencia de los algecireños. El japonés había escuchado la expresión “los especiales” con connotación negativa, y optó por seleccionar esa misma referencia y darle una nueva significación: “El orgullo de ser algecireño”.

El Campo de Gibraltar conoció a los especiales capturados por su cámara en 2013. Después de esta colección siguieron dos exposiciones más, que se plasmaron sobre papel en la edición de tres libros. “La gente me saludaba por la calle, agradecida”, cuenta Tomoyuki. Está contento con el resultado. Recuerda que en la primera exposición la mayoría de las personas que acudieron eran mayores, y que se acercaron para hablar con él. Una de las señoras con mucho ímpetu -detalla el japonés- le dijo que era “algecireña hasta la médula” y “limpiadora de portales”; era Merche, una de las protagonistas que saldría en la siguiente edición de Los Especiales y que conoció en esa primera exposición.

Merche, protagonista de una anécdota recordada por Tomo.

Con tres ediciones de sus tres exposiciones sobre la mesa y un sueño cumplido, tiene un nuevo proyecto: zoom out de su cámara, abrir el obturador y enfocar su atención en todo el Campo de Gibraltar, esta vez a grupos de personas, parejas, compañeros de vida, formando un conjunto, un todo.

“No soy artista”

Sin embargo, Tomoyuki Hotta dice que no es artista. “Soy todo menos artista. El artista construye cosas. Yo las miro y las capturo. Yo soy fotógrafo documental – lo subraya mucho al decirlo-. Puedes valorarme como un crack –ríe– o como un monstruo, pero quien me llame artista es que no me conoce. Yo documento las cosas que veo. Hay personas que pueden considerar que algo es importante, pero si a mí no me lo parece no lo capturo. Valoro las cosas a mi juicio y con mi estilo”, argumenta.

"Mi sueño era tener mi libro de los Especiales y enseñárselo a mi madre. Lo logré justo un año antes de que falleciera"

Mirar con ojos de turista después de 30 años

Retratos, grupos de música, industrias, familias, amigos, parejas. Valora el movimiento, la naturalidad, todo ello a través del gran angular, estilo que sigue en todas sus fotografías. “Tomo va por la calle como si fuera un turista, por eso se encuentra con los rincones más bonitos de Algeciras”, explica Liona. El japonés capta a través de su cámara imágenes sorprendentes al maravillarse de rincones y edificios que pueden pasar desapercibidos al caer en la cotidianeidad y rutina. Edificios antiguos que lejos de perder su encanto son los protagonistas de su cámara.

Uno de sus famosos gran angular, en la romería de la Virgen de la Palma de Algeciras.

Un trozo de pastel casero de limón y coco hecho por Liona, las tres ediciones firmadas y agradecimientos como despedida. El placer es nuestro. Maravillados damos un último vistazo a la casa de Tomoyuki y Liona, que podría ser un museo, un acogedor paraíso cultural en el que las imágenes, los cuadros y pinturas hablan su propio idioma. Volvemos a calzarnos. “¿Esto cuándo sale?”.

Un reportaje publicado en el número 3 de la revista Siroco Magazine.