Si hay un dulce típico de Semana Santa esa es la torrija. Estos días se pueden adquirir en casi todas las pastelerías del Campo de Gibraltar, donde los obradores no dan abasto, o pedirlas de postre en muchos restaurantes. Pero ¿y si además de disfrutar de un postre que sabe a Semana Santa pone su granito para un fin solidario? Seguramente le sabrá más rica aún.
Pues es la iniciativa que ha puesto en marcha la Fundación Prolibertas de los Padres Trinitarios de Algeciras. Los 17 alumnos del taller de cocina que se imparte en la sede de la fundación, en la iglesia de la Santísima Trinidad de San José Artesano, llevan dos días elaborando torrijas sin descanso. Más de 900 unidades de este dulce que se ha preparado con mucho cariño y esmero desde la cocina del taller, dirigido por Berna Moya, culpable de esta iniciativa junto al padre Curro.
17 alumnos de diferentes países que a través de la cocina y la hostelería buscan una oportunidad laboral. Este miércoles culminaban todos los encargos. Como una cocina profesional, cada alumnos tenía muy clara su función: unos empapan en leche, otros rebozan y otros fríen. Con miel, o canela y azúcar, el taller ha ido recibiendo encargos en los días pasados. Hoy ha salido una partida de más de 40 torrijas para el Hospital Punta de Europa de Algeciras.
"Todo surge a través del padre Curro que propone que los chicos conozcan las tradiciones de Semana Santa y Cuaresma y además darle un fin solidario", explica a 8Directo Berna Moya, directora del curso.
Los alumnos de la escuela de hostelería pertenecen a colectivos vulnerables y migrantes que buscan "una oportunidad para abrirse camino en el mundo laboral a través de la formación que les ofrecemos y las prácticas que completan en los restaurantes de la zona". "Hay un alto nivel de inserción laboral", asegura Moya.
"Dentro del contenido del curso es importante vincularlo a lo que los empresarios piden y las cartas de los bares". De hecho, aprenden a elaborar, torrijas, salmorejo o conocer los vinos de la tierra.
La recaudación va destinada a la propia fundación que revierte los beneficios en mejoras para las instalaciones donde se imparte el curso, como por ejemplo maquinaria industrial.
"Ojalá que las disfruten", es el deseo de los alumnos de la escuela de cocina y hostelería. "Hemos aprendido mucho", afirma uno de los alumnos. Por su parte, Natalia, colombiana, señala "que la experiencia ha sido muy positiva, hemos aprendido cómo se hacen las torrijas, algo nuevo para todos".
A punto de cerrar cocinas, sonrisas de satisfacción por el trabajo bien hecho. "Ahora toca limpiarlo todo", advierte la jefa.
Próximos retos: la preparación del almuerzo para la Hermandad del Rocío y una comida de tapas con maridaje.