¡Ayuda para Jonathan! El torero Andrés Roca Rey ha donado su capote a la familia del algecireño que padece Lafora, una enfermedad diagnosticada a solo siete personas en España. Desde la Asociación Española para vencer a la Lafora han organizado una rifa del capote para recaudar fondos para la investigación de la enfermedad por un donativo de tres euros.
Juanma Osorio, padre del joven, ha recorrido varias ferias para distribuir los boletos de la rifa. Ya ha estado en la Feria de Los Barrios y en la Feria de Jerez. Próximamente continuará con esta acción solidaria en la Feria de Sanlúcar y Marbella, y en las ferias del Campo de Gibraltar que están por llegar: Algeciras, San Roque, La Línea y Tarifa.
El premiado será el poseedor del número que coincida con las cinco cifras del número premiado en el Sorteo de la O.N.C.E. del día 10 de septiembre. En caso de no haberse vendido el número premiado se volverá a sortear el día 14 con el sorteo de la O.N.C.E. con la misma papeleta.
"¡Animaros con un numerito para ayudar entre todos a Jonathan!", ha solicitado su padre, Jonathan Osorio, perteneciente a la asociación para vencer a la Lafora.
AEVEL también lleva a cabo otras iniciativas para costear la investigación, como el sorteo de una moto Kymco de 125 c.c., que incluye tres años de garantía, matriculación, dos cascos de alta gama y un par de guantes. En caso de estar interesado puede ponerse en contacto con la Asociación Española para vencer a la enfermedad de Lafora o con el padre de Jonathan, Juanma Osorio.
En estas situaciones hay gestos que se quedan para el recuerdo. Y es que cada detalle cuenta. El mes pasado el Athletic Club de Jimena senior también contribuyó a la visibilización y difusión de la enfermedad en uno de sus partidos.
Lafora
Jonathan es un algecireño de tan solo 16 años que fue diagnosticado con la enfermedad de Lafora hace unos cuatro años. La enfermedad de Lafora es una forma de epilepsia mioclónica progresiva de herencia autosómica recesiva, de inicio en la infancia tardía o en la adolescencia.
La enfermedad presenta una evolución de 5 a 10 años, en los que aumentan progresivamente la frecuencia y la variedad de los ataques, así como la dificultad para controlarlos mediante fármacos, hasta llegar al estado epiléptico y el fallecimiento del paciente.