Navegar por la Bahía de Algeciras y su entorno es una experiencia recomendable. También abrumadora. Cuando pasas entre decenas de buques de diferentes tamaños y colores, frente al imponente Peñón, rodeado de los municipios que asoman al gran arco, y con África como telón de fondo sabes que se está en un lugar singular, único en el mundo. Eso también lo hace un sitio delicado. Hacía tiempo que la comarca no temblaba por un accidente marítimo, hasta que el pasado lunes, ya de noche, dos barcos chocaron cerca de Europa Point, y uno de ellos, el OS 35, quedó semihundido unos 400 metros de la costa y el Campo de Gibraltar volvió a encender las alarmas. A bordo del Diosa Maat de Verdemar Ecologistas en Acción surcamos la mar, rodeamos la roca y conocemos de cerca el punto que centra todas las miradas y preocupaciones.
Los ecologistas Antonio Muñoz, Luis Espejo, el patrón del barco, y Patricia Villanueva nos esperan temprano en el pantalán 11 de Alcaidesa Marina. Con los dos últimos subimos a bordo del velero Diosa Maat, que pasadas las 9:00 parte del puerto. Tras pocas millas de navegación bahía adentro, aunque ya cerca del Peñón, nos encontramos rodeados por una brillante mancha oleosa y un fuerte olor. “Mira, aquí ya se ve el vertido”, advierte uno de los ecologistas. Explica que es del barco accidentado y que las corrientes han llevado hasta esta zona ese material contaminante que vemos desde ayer en imágenes salir del granelero varado frente Catalán Bay. Un vertido diferente al conocido chapapote, más negro y sólido, mientras que este es más aceitoso. Gibraltar aseguraba ayer que el escape era de aceite lubricante.



A estribor del velero ecologista la actividad náutica era mayor. A babor quedaba Gibraltar, con su puerto cerrado al tráfico marítimo para poner todos sus recursos a disposición del OS 35. Al fondo de la bahía se leía el nombre de Adam LNG en la popa de un buque con el casco rojizo. Era el otro barco implicado en el accidente del pasado lunes, que entraba en el astillero de Cernaval, en San Roque, para su reparación.
Al bordear Europa Point la mar comenzó a agitarse, aunque el poniente no hacía desagradable la navegación. Al fondo ya se divisaba el OS 35 y una pequeña flota de buques alrededor, que operan para asistir al barco y tratar de retirar las toneladas de hidrocarburo de su interior -183 toneladas de fueloil pesado, 250 toneladas de diésel y 27 toneladas de aceite lubricante-. Pronto llegó una patrulla de la Policía de Gibraltar para recordarnos, con buenas formas, que había una zona de exclusión de 200 metros en la que no se puede adentrar ninguna embarcación no autorizada. El barco oficial nos acompaña a babor mientras nos acercamos al granelero, inclinado, con la proa bajo el agua y su casco descansando sobre el lecho marino, a unos 17 metros de profundidad.




“Este accidente afecta a una zona de especial conservación”
Patricia Villanueva, Verdemar Ecologistas en Acción
Patricia Villanueva, coordinadora del velero ecologista, explicó durante el trayecto que navegábamos “una zona de especial conservación a nivel medioambiental” y que este accidente “conlleva un deterioro de todo el área”. “Aquí hay una especie en peligro de extinción, la lapa Patella ferruginea, y por lo tanto es algo a lamentar a nivel medioambiental”, añadió la ecologista, que reclamó una regularización “mucho más restrictiva para evitar este tipo de accidentes”.
De vuelta, encarando Europa Point y ya a mucha distancia del buque accidentado, apreciamos una llamativa imagen. El Luz de Mar y una salvamar, ambas de Salvamento Marítimo de España, se mantenían a la lejanía y con una barrera desplegadas entre ambos barcos, separados varias decenas de metros entre sí. “¿A qué distancia está de la zona de los trabajos?”, preguntamos a Luis, el patrón. “Es difícil de saber pero podría estar a unas tres millas, que es la distancia de las aguas que Gibraltar dicen que son suyas”, contestó. Una distancia más prudente diplomáticamente que operativamente útil, al menos en ese momento.

Las respuestas del patrón, que manejaba con habilidad el timón del velero, incluso con el pie, traían a la mente las palabras de ayer de Antonio Muñoz, de Verdemar en el Campo de Gibraltar, a 8Directo, en la que lamentaba que la política se impusiera a la seguridad medioambiental, mientras que reclamaba atención a este asunto en la mesa de negociaciones por el Brexit, algo que por cierto también ha hecho este viernes el alcalde de La Línea, Juan Franco.
De vuelta, ya casi atracando, sonó el teléfono. Mensaje: “Ha llegado vertido a la playa de Poniente de La Línea”. Lo comentamos en el barco y nadie se extraña después de lo visto, y es que la sustancia aceitosa presumiblemente desprendida de las entrañas de granelero semihundido nos ha acompañado en muchos tramos en nuestro breve recorrido por unas aguas que ahora, con el accidente del OS 35, y siempre parecen tener sobre ellas una espada de Damocles.
