Vicente Ruiz Racero es un algecireño afincado en Pamplona que lleva 25 años corriendo los encierros de San Fermín. Aficionado al mundo del toro desde muy pequeño, disfruta estos días de estas fiestas pamplinosas como un experto corredor que ya no entiende su vida sin esa adrenalina, sin ese sentir.
Desde el barrio algecireño de San Isidro hasta Pamplona, la pasión por el mundo del toro surge en Vicente desde muy pequeño. "La familia de mi madre es de Grazalema y allí se ha corrido siempre el toro de cuerda de toda la vida; es el toro de cuerda más antiguo que existe en España. Con doce años empecé a correrlo y ya desde entonces no he parado", explica a este medio a través del teléfono.
Comenzó muy joven a correr entre astados, en Grazalema, en Arcos, en Vejer, en Los Barrios con el toro embolao..."pero mi ilusión más grande era venir a Pamplona, claro. Encierros hay muchos pero Pamplona es la madre de todos. Hace 25 años cumplí ese sueño, empecé y empecé y no he parado desde entonces. Nunca fallo".
Tanto es su afición, su enamoramiento de los Sanfermines, que una vez viajó a Pamplona y ya no regresó. "Yo antes venía a correr y me volvía a Algeciras, hasta que un año me vine y ya me quedé para siempre. Vivo aquí en Pamplona desde hace nueve años, aquí he construido mi vida, he encontrado trabajo, tengo mi pareja. Me jubilaré aquí. Bajo de vacaciones a Algeciras, a la que echo mucho de menos. Es mi tierra. También tengo allí a mi familia, a mi hija".
A pesar de que las raíces le tiran mucho a este algecireño, su pasión por los encierros y carreras le pueden más. "Cuando uno corre un encierro experimenta sensaciones muy difíciles de explicar. Momentos antes de la carrera se pasa mal, muy muy mal. Ya desde la noche antes no duermes bien, te despiertas mucho, estás todo el rato inquieto, nervioso. Los minutos antes de salir a correr, cuando estás calentando, los nervios no te dejan vivir. Pero una vez que te metes en la carrera se te olvida todo, te conviertes en otra persona. Disfrutasd e unas sensaciones muy bonitas", comparte Vicente con palpable entusiasmo. Para él, lo mejor de esta experiencia es el espíritu de hermandad. "El encierro une mucho a los corredores. Hay mucha amistad, mucha hermanamiento. Siempre estamos ayudándonos entre nosotros, cuando hay momentos de peligro...es un sentimiento muy bonito".
En sus 25 años como corredor ha sufrido alguna caída, algún que otro revolcón y varios pisotones. "Pero nada grave. Ninguna cornada". ¿El secreto? "Tener siempre la cabeza muy fría para ese momento. Concentración. Por muy bien que tengas las piernas si no tienes la cabeza fría no te metes. A cuerpo limpio".