Eduardo López Gil: "Éramos los primeros y tuvimos que romper moldes"

30 de Diciembre de 2017
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Profesor de vocación durante más de cuarenta años y alcalde de San Roque durante dos legislaturas. Eduardo López Gil no fue cualquier edil, sino que fue el primer alcalde de la democracia. Le tocó empezar de cero y romper moldes. La educación, la cultura y el urbanismo fueron algunas de las premisas que llevó por bandera. López Gil, que se ha ganado el reconocimiento y el cariño de todo un pueblo por su trabajo en los momentos más complicados, es historia viva San Roque.

Eduardo López Gil, primer alcalde de la democracia y, por tanto, testigo de relevantes capítulos en nuestra historia reciente, presidió la Alcaldía de San Roque en las circunstancias más difíciles. Le tocó desmontar la estructura que había dejado la dictadura, tuvo que limar asperezas con el ejército y construir desde los cimientos todo un municipio al que le faltaba asfaltado y saneamiento, escuelas y cultura. La noche del 23F la Guardia Civil le visitó en dos ocasiones, lo que él no sabía en ese momento es que, en realidad, le estaban salvando la vida. Su nombre aparecía el primero en una perniciosa lista. Y es que a este señor el valor no se le supone, sino que lo tiene más que demostrado. Profesor vocacional y demócrata convencido, López Gil nos abre las puertas de su casa para compartir su historia, la historia de San Roque.

 

Empecemos por el principio. ¿Cómo recuerda su infancia?

Nací aquí en San Roque, en la calle Málaga, el 11 de agosto de 1939. En una misma casa vivíamos nueve personas. Mis padres, mi tía, una abuela y cinco hermanos, yo era el más pequeño. Los niños de la posguerra lo pasamos mal porque teníamos carencias de alimentos, ropa, juguetes, de todo. La vida era muy distinta a la de ahora, apenas había coches, no había televisores ni teléfonos. Los niños hacíamos la vida jugando en la calle. Había muchos juegos de calle que ya se han perdido como los meeblings, las chapas, el trompo, el aro, las pelotas si aparecía alguna y si no la hacíamos de trapo o de periódicos incluso. Entonces éramos muy felices porque no conocíamos otra cosa. Eso es lo que había y eso es a lo que nos adaptábamos.

Más tarde, en su etapa adolescente se formó para ser profesor.

Al principio, cuando terminé el Bachillerato en La Línea en el Instituto Laboral me fui a estudiar con una beca a Sevilla a la escuela de perito. La beca que conseguí no era mala pero también tenía muchos gastos. Los libros y el material de dibujo eran carísimos para la época. Así que aquello me venía muy justo y, aunque comía en el comedor del sindicato universitario que estaba muy bien de precio, llegó un momento que ni con eso me alcanzaba. Tenía muchas deficiencias y carencias, y la beca la perdí. Entonces me vine aquí y empecé a estudiar magisterio por libre. Me matriculé en Málaga y me iba a examinar en junio y septiembre hasta que terminé la carrera. Ya las oposiciones las hice en Cádiz.

Y entonces comienza su etapa como docente.

En el año 70 me destinaron como propietario definitivo de mi plaza al colegio que entonces se llamaba Regidor Varela y ahora es Santa María la Coronada. Ahí me tiré unos treinta años. Luego con la reforma que hubo me pasé al Cadalso, donde me jubilé, allí estuve dando clase a primero y segundo de la ESO dentro de mi especialidad de matemáticas, física y química. También estuve en la Escuela de Hostelería.

Trabajaba mucho porque como no había incompatibilidades, podía compaginar la Escuela de Hostelería con la Escuela Nacional. El problema es que estaba todo el día dando viajes. Nunca he conducido ni sé conducir y entonces tenía que ir todos los días andando dos veces hasta la Escuela de Hostelería, iba antes de ir a la Escuela Nacional de ahí salía a la Nacional, iba por la tarde y después volvía, osea cuatro veces para allí y para acá todos los días. Pero recuerdo esta etapa con mucho cariño, tuve unos buenos compañeros y los alumnos tenían muchas ganas de aprender y abrirse camino. Fue una época dorada de la Escuela de Hostelería.

Cuando salí elegido como alcalde dejé la Escuela de Hostelería. Entré en el Ayuntamiento en el 79 y poco antes del 81 también abandoné la Escuela Nacional. La Alcaldía de San Roque requiere mucho tiempo, no es cualquier cosa y me tenía que dedicar nada más que a eso.

Con trabajo y con ilusión siempre se consiguen las cosas

¿Cómo da el salto a la política?

Hubo algunas personas que me abrieron mucho los ojos y me hicieron comprender cosas que hasta entonces desconocía. El primer impacto fuerte que sufrí fue estando ya en el Regidor Varela, se había producido la ley de amnistía y entonces vino un maestro de los que habían sido represaliados, Juan Pérez Creus. Este hombre, que nos hicimos muy amigos, tenía una historia increíble y me explicó muchas cosas de los entresijos de la guerra. Este fue el primer encontronazo que tuve con la realidad política.

Además, el colegio aquel en el que estaba era el patito feo de San Roque; tenía muchas deficiencias de mobiliario, de instalaciones que sólo eran ocho aulas y sin posibilidades de expandirse. En estas circunstancias me eligieron director del centro y traté de cambiar aquello. Creé una asociación de padres y madres de alumnos que no había entonces, traje los estatutos de un colegio de Jimena y los adapté. También hubo un grupo de padres que tomaron cartas en el asunto y se involucraron en la educación de sus hijos. Elaboramos un proyecto educativo en el que se implicó mucho el profesorado, nos pusimos las pilas y nos pusimos a trabajar para cambiar aquella realidad. En la asociación de padres había mucha gente del Psoe y sobre todo del PSP que me conocieron y me vieron las ganas que tenía de trabajar. Así que cuando el Psoe empezó a buscar candidato me preguntaron si estaba interesado. A mí esto me parecía una responsabilidad muy grande, pero me dejé querer un poco pensando que aquello no iba a llegar a nada. Al final tuve que decidirme y tiré para adelante. Gané las elecciones del 79 con mayoría minoritaria, sacamos nueve  concejales de 21 y pactamos con el Partido Andalucista, que era muy fuerte y llevaba a un candidato muy bueno, y con el PSA. En las segundas elecciones sacamos mayoría absoluta con once concejales.

¿Cuáles fueron sus mayores retos políticos cuando llegó a la Alcaldía?

Durante esos años trabajamos muchísimo. Abrimos el Ayuntamiento al pueblo, que hasta entonces era un ente que nadie sabía para qué servía. Corregimos muchas deficiencias en materia de educación. Después de los ocho años de mandato construimos unos cinco colegios y también traje la formación profesional.

Cuando ya fui alcalde mejoramos el Regidor Varela y aquel patito feo se convirtió en un cisne en el que todos los padres querían meter a sus niños. Ese colegio comenzó a cosechar buena fama hasta ahora, que se ha quedado como un centro puntero. Con trabajo y con ilusión siempre se consiguen las cosas.

Entonces teníamos un problema grave de enseñanza. En las barriadas había niños que estaban todos metidos en cocheras alquiladas y ahí daban clases. Así que nos tuvimos que preocupar de hacer colegios no sólo en el casco sino en Campamento, Guadiaro, San Enrique, etc. Trabajar en materia educativa fue una de nuestras prioridades.

Otro reto fueron las infraestructuras. Si aquí en el casco faltaban calles, imagínate en las barriadas. Había casas pero no había calles, así que tampoco había saneamiento. Tuvimos que enterrar muchos millones que no se ven pero que están ahí. Meter tuberías, el agua, la luz, todo aquello era muy caro, luego se tapaba y nadie lo veía, pero está ahí. Aquello era algo prioritario. El Ayuntamiento asumió ese planteamiento como suyo y la verdad es que con mucha ayuda de todos, incluso de la oposición, lo sacamos adelante.

Un pilar importante también fue la cultura con la puesta en marcha de los cursos de verano en el 80. En un primer momento íbamos por libre, no había ninguna entidad asociada. Los cursos eran un bomboncito, salíamos en todos los periódicos europeos, al principio con algún titular extraño que nos llamaba la “Universidad roja de San Roque”. Luego los asumió la Universidad de Cádiz.

Además, pusimos mucho empeño en controlar las finanzas de este Ayuntamiento. También revisamos el Plan General, que desde entonces no se ha actualizado y a ver si es posible que se haga en este mandato. Trajimos el Casino de San Roque. Fueron muchas cosas.

Uno de los capítulos más complicados fue el ejército

Han sido muchas las personalidades que han pasado por los cursos de verano.

La lista sería interminable. Dámaso Alonso, Ricardo Bullón, Peces-Barba, Enrique Tierno Galván, Alfonso Guerra, Jesús Aguirre con su esposa la duquesa de Alba, hasta Greenpeace. Venían los mejores especialistas en cada una de las materias.

¿Cómo recuerda aquellos comienzos en la Alcaldía de San Roque?

Muy difíciles. Éramos los primeros que entrábamos y tuvimos que romper moldes. Nos encontramos una estructura de funcionamiento que era la que había dejado el franquismo. Tuvimos que hacer reforma de personal y cambiar a gente de sitio que se creía intocable.

Uno de los capítulos más complicados fue tratar con el ejército. Cuando ETA mató al primer general de la democracia, desde el comité local de San Roque mandamos un telegrama de pésame al regimiento que había aquí y nos respondieron: “no recibimos condolencias de partidos marxistas”. Así estaban las cosas.

Desde San Roque trabajamos mucho en la normalización de las relaciones del Psoe con el ejército. Por ejemplo, se conmemoraba el centenario del nacimiento de José Cadalso que fue coronel y poeta, que está enterrado aquí en la iglesia Santa María la Coronada, y entonces ideamos hacerle un homenaje de tal manera que un militar hablara del Cadalso literato y un catedrático hablara del cadalso militar. El acto estuvo presidido por Rafael Escuredo como presidente del ente preautonómico y Saavedra Palmeiro como capitán general. Aquello valió como acercamiento entre políticos y militares. Al final terminamos comiendo todos en Sotogrande y Saavedra Palmeiro se llevó en su helicóptero a Escuredo hasta Sevilla. De alguna manera aquello sirvió para quitarle hielo a la cosa. Después también organizamos por ejemplo un acto para regalar la bandera constitucional al regimiento y que la cambiaran por la del águila.

El 23F no las tenía todas conmigo

¿Qué estaba haciendo el primer alcalde de la democracia el 23F?

Lo recuerdo perfectamente. Estaba merendando en mi casa de entonces, en los Regidores, y cuando vi aquello por televisión y se confirmó que era un Golpe de Estado llamé al coronel de aquí y a la Guardia Civil. Ahora cuando lo pienso y fue una temeridad, pero así me salió. Los llamé y les dije: “yo soy la primera autoridad del pueblo y me voy para el Ayuntamiento ahora mismo”. Compré dos o tres paquetes de tabaco, me llevé una radio y me despedí de mi mujer y los niños porque no las tenía todas conmigo.

Cuando salí de casa ya vi a dos Guardias Civiles de paisanos que estaban vigilándome, igual que en las películas, uno disimulando en la esquina con el periódico abierto. Me fui para el Ayuntamiento y allí estuvimos toda la noche. Aquello fue como un duelo, la gente antigua, los más viejos llegaban como en los velatorios, entraban, nos saludaban y se sentaban en los sillones de la Alcaldía. Se quedaron allí con nosotros toda la noche, de vez en cuando hablaban, nos preguntaban si necesitábamos algo, cuando llevaban ya un tiempo se despedían y entraba otro grupo de viejos, y así toda la noche. Se sintieron obligados de estar con nosotros, sabían que estábamos allí y vinieron a acompañarnos.

En medio de la noche se presentó la Guardia Civil dos veces, estuvimos hablando, nos preguntaron y demás. Cuando ya pasó aquello y coincidí con el teniente de la Guardia Civil de esa noche, le pregunté: “valiente susto que me metiste, ¿para qué subiste aquella noche?” Y me dijo: “fui a protegerte porque estabas en una lista y te iban a pegar un tiro el primero”. Así que imagínate si al principio esto fue difícil.

De hecho, teníamos un conserje que aquella noche vio entrar en Plaza de Armas un coche negro ‘embalao’ que, cuando vio el Jeep de la Guardia Civil, pegó la vuelta y se fue. Y es que aunque parezca una película estas cosas han pasado. Ahora hay muchos que se pegan golpes de pecho, que se creen que son padres de la patria cuando no han vivido nada esto y que piden patente de demócrata, y es para decirles: “mira hijo cuando te la juegues como nos la hemos jugado muchos, entonces me hablas de patente de demócrata”.

Lo que más reconforta es ver que la gente me recuerda con cariño

¿Cómo recuerda su etapa final? ¿Por qué abandona la política?

Siempre he sido partidario de mandatos de ocho años. Creo que seguir mucho más tiempo te hace perder la ilusión del principio, el mismo alcalde se aburre. En la segunda legislatura saqué mayoría absoluta y el partido no quería que me fuera. Tuve que ir hasta Cádiz para dar explicaciones de por qué me quería ir. Yo no estaba descontento ni nada con el partido, sólo quería volver a lo mío que era dar clases. Conseguí al final dejarlo y volví a la enseñanza. Ocho años en política es casi la tercera parte de la vida activa de una persona, y creo que está muy bien si tienes un buen proyecto.

Si echa la vista atrás, ¿cómo valora todo su recorrido?

Lo que más reconforta es ver que la gente me recuerda con cariño, sobre todo ahora cuando parte de la clase política está tan denostada. Aquí en San Roque hay un edificio con mi nombre, al lado de la piscina, y eso es un orgullo. Para qué quieres más recompensa que tener el cariño de tu gente y de tu pueblo, y que la gente vea que eres el mismo que eras antes y que no has cambiado ni de status  ni de amigos. Hice lo que pude por mi pueblo y estoy contento, posiblemente podría haber hecho algo más, pero con lo que hice me conformo.

¿Cómo ha cambiado la política desde entonces?

Los que entonces nos lazamos a la aventura política lo hacíamos por convicciones, por la idea de servicio a tu pueblo y a la sociedad. Hoy en día hay muchos profesionales que se meten a ganar un sueldo y ese es su principal objetivo, por tanto están sujetos al que lo nombra, al que lo pone o lo quita. Hay quien todavía tiene esa vocación pero otros muchos no. Por esto luego hay tantos casos de corrupción.

También se han radicalizado muchas las posturas. Se ha perdido ese espíritu de diálogo y consenso de la Transición. Algunos no se acuerdan que Santiago Carrillo puso la bandera nacional en el primer mitin. Y ahora hay muchos comunistas que sólo sacan la republicana. Carrillo no creo que fuera dudoso de su ideología, pero defendió la bandera siempre porque es la que está en la Constitución. La derecha hizo renuncias y también el Psoe, que era republicano y aceptó la monarquía parlamentaria. Los nuevos de ahora piden pedigree pero ellos no han hecho nada por demostrarlo. Pasa igual que con el valor de los militares, que se le supone. A todos estos nuevos el pedigree demócrata que tanto piden también se le supone pero todavía no lo tienen confirmado.

Se ha perdido ese espíritu de diálogo y consenso de la Transición

¿Cómo ha evolucionado el municipio de San Roque?

Ha avanzado muchísimo. Ahora tenemos calles, colegios, la educación de adultos, la escuela de idiomas, la formación profesional, sanidad, etc. Esto es lo más normal del mundo pero es que antes no había. La foto de entonces no tiene nada que ver con la de ahora. Además, siendo consciente de lo que digo, ahora hay dos San Roques que se parecen muy poco: el casco y las barriadas. Los vecinos de las barriadas tienen más inquietudes, mientras que en el casco hay mucha apatía, cuesta mucho moverlos.

La actualidad política de la comarca pasa por el Brexit.

El Brexit va a suponer un palo importante, sobre todo para los vecinos de La Línea. No le veo nada bueno. El único aspecto positivo es la reivindicación de España sobre el Peñón que puede hacer que los llanitos se piensen aceptar algo que se parezca a una autonomía o, como por ejemplo, la soberanía compartida. Yo fui el primero al que se le ocurrió el tema de la soberanía compartida, y se lo propuse a Marcelino Oveja, Ministro de Asuntos Exteriores. Entonces me dijo que aquello era una aberración política, y mira ahora que se habla de la cosoberanía como una de las salidas. Esa sería una buena opción para Gibraltar y para nosotros.

¿Cómo se plantea el futuro?

Yo ya estoy jubilado y me voy dejando llevar. Sigo militando en mi partido y asesoro cuando me preguntan y puedo ayudar a los más jóvenes con mi experiencia.

San Roque tiene buen futuro pero tiene que terminar el Plan General, eso es condición sine qua non. Desde el punto de visto político, como no dejan de aparecer nuevos partidos, el voto se repartirá más pero creo que el Psoe seguirá siendo la fuerza hegemónica porque lo está haciendo bien.

Un mensaje para los sanroqueños.

Que se movilicen, que despierten, que se impliquen y colaboren, que se metan en asociaciones, que participen porque nadie te trae nada a casa, que trabajen por su pueblo que eso luego suma en el bien del conjunto.

Fotografía: Nacho Márquez