A Algeciras le cuesta, más veces de la cuenta, reconocerse a sí misma sus virtudes, y parece que el carácter algecireño es más de recrearse en los defectos de nuestras cosas. Algo digno de sentir orgullo es la Palma de Plata Ciudad de Algeciras, un premio flamenco con mucha solera y un acto con empaque, con una calidad flamenca que se reconoce y mucho más allá de los límites del Palmones y de Pelayo. "Es lo más bonito que me ha pasado, quitando a mis hijos y a mi mujer", dijo el jerezano Luis Fernández Soto, Luis el Zambo, tras recoger el galardón que entrega la Sociedad del Cante Grande y el Ayuntamiento de Algeciras.
La peña flamenca algecireña, sin peña pero con gloria, entregó este viernes en el Teatro Florida casi lleno la trigésima tercera Palma de Plata Ciudad de Algeciras a un cantaor de raza, gitana para más seña, jerezano, pescaero, sencillo, jondo, en el que confluyen familias de artistas de las que honran el flamenco en su estado más esencial. La gala estuvo a la altura del homenajeado.
La velada comenzó con las palabras del presentador y experto del asunto Manuel Martín Martín, clásico conductor de estas noches de Palma de Plata, que solicitó un aplauso a compás para el recientemente fallecido Antonio Fernández Díaz Fosforito. Presentó luego el primer capítulo que iba a protagonizar Manuel Peralta, acompañado de Juan Benjumea a la guitarra y Antonio Flores y Manuel de Lole a las palmas. El sanroqueño dedicó su actuación al "maestro Luis" y agradeció al Cante Grande, de la que dijo es su peña, su participación en la Palma de Plata. Cantaor -y también guitarrista- de buen gusto, deleitó con un repertorio por soleá, tangos, tientos, seguiriyas y, para rematar, bulerías. Siempre es un placer escuchar al que es uno de los mejores flamencos actuales de la comarca.
Llegó el gran momento de la noche. Antes, Manuel Martín quiso reconocer a la ciudad de Algeciras y a los que lo han hecho posible por la apertura del Centro de Interpretación Paco de Lucía. Las cosas bien hechas de esta tierra. Subieron al escenario el alcalde, José Ignacio Landaluce; la titular de Cultura, Pilar Pintor; el presidente de honor de la Sociedad del Cante Grande, José Vargas; y el presidente y alma mater, Carlos Vargas. Luego fue llamado el protagonista, Luis Fernández Soto, Luis el Zambo, que apareció acompañado por su mujer y sus hijas en una imagen entrañable, bonita, llena de significado de la importancia de la familia en la historia de este arte andaluz.
Carlos Vargas ensalzó la figura "del tato Luis", su trayectoria y su entrega por el flamenco desde los trece años y el impacto para los aficionados que supuso la irrupción de este. "Luis el Zambo ya estaba, pero desde hoy forma parte de la pléyade de estrellas del olimpo del cante con esta Palma de Plata; el cuerpo de este gitano se va a Jerez pero un cachito de su corazón se queda en Algeciras", dijo el presidente de la histórica peña flamenca algecireña. José Ignacio Landaluce recordó que hoy se celebra el día de la llegada del pueblo gitano a Andalucía hace 600 años, "un magnífico día para entregar este galardón".
Un emocionado Luis el Zambo recogió la Palma de Plata de manos del alcalde, rodeado de sus seres más queridos, su mujer y sus hijas, tan emocionadas y felices como él. Con palabras sencillas y puras agradeció el reconocimiento que le entregó el Cante Grande, "que ya con su nombre lo dice todo", para rematar con un cante y una pataía antes de sentarse y ofrecer una muestra del arte que le ha llevado a ser un reconocido flamenco de Jerez y alzarse con uno de los reconocimientos más importantes del panorama flamenco.
Con una preciosa imagen de la fuente de la Plaza Alta y la Iglesia de la Palma presidiendo el escenario, el Zambo cantó por martinete, por bulerías por soleá, por bulerías, acompañado de la guitarra de Domingo Rubichi, que dejó unas perlas que merecieron los olés del cabal público algecireño. También el homenajeado tiró por soleá para volver al cauce jerezano de las bulerías, con lo que remató con su detalle por fiestas. Luis entregó así su cante como mejor forma de devolver el cariño que Algeciras y los guardianes del flamenco de aquí le brindaron en una noche de prestigio, el de un cantaor y el una ciudad flamenca.
Como bien dijo Manuel Martín, Angelita Montoya, con Paco Iglesias a la guitarra, puso el marco a la gala de la XXXIII Palma de Plata Ciudad de Algeciras. Para enmarcarla.
