Las actividades del Orgullo LTGBI en la comarca arrancan con respaldo político

Periodista
15 de Junio de 2021
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Representantes de todos los ayuntamientos han estado representados hoy en el inicio de las actividades programadas para la celebración del Orgullo Campo de Gibraltar 2021, que han comenzado con la lectura de un manifiesto por parte de Roja Directa y el Observatorio contra la LGTBIFobia, y con el izado de la bandera en la sede de la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar. Una imagen de unidad y respaldo político a la causa.

El presidente de Roja Directa Andalucía LGTBI, Jesús Tomillero, desveló que en lo que va de año se han registrado "235 incidencias de delitos de odio en el Campo de Gibraltar", lo que muestra que "aún queda mucho camino por hacer".

Posteriormente, Sara Redondo, vicepresidenta de la asociación, se encargó de leer el manifiesto, orientado a la necesaria normalización que reclaman las personas trans, para concluir el acto con la “izada de bandera LGTBI,” que quedó expuesta en un balcón de la sede de la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar, lo que sirvió para abrir los actos con motivo del Orgullo LGTBIQ en la comarca.

El presidente de la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar, Juan Lozano y la presidenta de la Diputación Provincial, Irene García, han dado inicio a las actividades programadas por la delegación comarcal que dirige la vicepresidenta Jessica Barea con motivo de la celebración del Orgullo Campo de Gibraltar 2021. 

Lozano indicó que "la apuesta por un mundo diverso, por una comarca en la que las diferentes orientaciones afectivo-sexuales e identidades de género estén representadas de forma visible y clara es objetivo esencial de las políticas sociales del Gobierno comarcal". Por ello, "más allá de las diferencias que puedan existir entre grupos políticos, más allá de aspectos ideológicos, queremos dejar patente nuestro firme compromiso con las personas, con su realidad social, con su identidad y su diversidad”.

Por su parte, la presidenta de la Diputación valoró la necesidad de “visibilizar la unidad institucional en torno a cuestiones esenciales como son el derecho a vivir libremente y a desarrollar proyectos vitales”. Irene García incidió en la necesidad de desterrar conductas discriminatorias en la población más joven y destacó el trabajo incesante del tejido asociativo y la necesidad de afianzar la dignidad “no sólo en aspectos legislativos sino en la realidad cotidiana”.

La bandera LGTBI cuelga de un balcón de Mancomunidad.

MANIFIESTO CAMPO DE GIBRALTAR

Han pasado más de 40 años desde los primeros movimientos en Barcelona, Madrid, Bilbao y Sevilla, todos ellos liderados por mujeres trans. Las mismas mujeres que quedaron después relegadas a un segundo plano por miedo a que dieran mala imagen a una lucha que perdió su rumbo, una lucha que se olvidó de las personas que le habían dado la vida.

Hoy el colectivo trans está aquí desde la empatía, desde la unidad, desde la comunión real con el resto de letras del colectivo; hoy podemos decir con orgullo que nos sentimos parte del arcoíris. Y estamos aquí, pese a todo, tras todos estos años, porque la esperanza es el sueño de los despiertos, porque es la única fuerza capaz de convencerte de que un futuro mejor es posible.

En estos últimos años, desde una mal entendida visibilización, se ha perpetuado la estigmatización de las personas trans convirtiendo nuestra realidad en un espectáculo, siempre desde la mirada de personas cis, porque, no importa cuántos años pasen, nuestra voz, nuestro discurso sigue sin ser creíble. Es más, en los últimos meses incluso asistimos impotentes y con incredulidad a la repetición en cascada del discurso de la calle, ese discurso de la ignorancia disfrazada de verdades absolutas e indiscutibles, que se obstinan en señalar a las personas trans como delincuentes o como personas perversas per se.

La realidad trans no se aborda si no es desde el dolor y la marginalidad o desde el lado más kitsch de la farándula. Este empeño en tutelarnos, este convertirnos en una realidad más “asumible” no hace más que perpetuar una historia de negación, un modelo de segregación, condenando al ostracismo a todas aquellas personas que no nos ajustamos a ese modelo tolerable para la sociedad cisnormativa. Nuestra realidad es muy distinta a ese modelo que nos venden las series y las películas, somos niñes, jóvenes, hombres, mujeres, personas no binarias... Somos la persona que se sienta a tu lado en clase, la que te cobra en la caja del supermercado, tu profe o ese celador que te lleva en la camilla del hospital... personas con las que te cruzas a diario, personas de tu entorno familiar, de tu entorno social, personas como tú que merecemos vivir con los mismos derechos de los que tú ya disfrutas.

Las personas trans luchamos por nuestro derecho a existir, luchamos por disfrutar de los mismos derechos que tiene cualquier otra persona, por el respeto de nuestra realidad y por ser tratadas con dignidad. El derecho a la propia identidad ya está recogido en el Convenio Europeo de Derechos Humanos como un derecho básico del individuo. La negación sistemática de nuestras identidades, de quienes somos, nos anula y nos excluye de la vida social.

Ya en 14 de las 17 autonomías contamos con leyes que nos protegen de la discriminación y regulan nuestros derechos, pero estas leyes en muchos sentidos se quedan sobre el papel; en la práctica, seguimos sufriendo un trato patologizante, un trato desigual. En Andalucía, con una Ley que fue pionera en España, los protocolos de atención sanitaria o educativa acaban olvidados en un cajón y aún no se han desarrollado protocolos de atención a mayores trans, ni estudios de envejecimiento activo. En nuestro día a día, nos encontramos con profesionales médicos que, ante el miedo que les provoca el desconocimiento, se niegan a atendernos y, aún a día de hoy, para muchas personas trans, algo tan sencillo como acudir al médico por un problema de salud básico se convierte en una lucha titánica.

En un país que se considera socialmente avanzado, no hay cabida para profesionales que siguen aplicando modelos de atención médica que quedaron obsoletos hace años. Los gobiernos autonómicos tienen la obligación de formar a sus profesionales para proporcionar una atención de calidad a toda la ciudadanía. Exigimos la formación de profesionales del ámbito educativo, sanitario, social y asistencial para atender adecuadamente a las personas trans, respetando nuestra identidad y atendiendo a la diversidad corporal, sin tutelas ni cuestionamientos; un modelo que responda a un acompañamiento real de las necesidades de cada persona, liberándose de prejuicios y de actuaciones sistemáticas que sólo persiguen perpetuar el modelo biomédico.

Pedimos a todas las administraciones y cargos públicos que asuma su obligación de garantizar que les mayores trans puedan recibir un trato digno, que asegure que podrán acudir al médico o solicitar los servicios de asistencia sin miedo a sufrir un trato vejatorio. Esto implica la elaboración de protocolos específicos de atención a personas mayores trans y la elaboración de estudios de envejecimiento activo en personas trans.

Exigimos una mirada de la sociedad libre de prejuicios cishteronormativos que deje de clasificar a las personas según un aspecto, una forma de vestir o de expresar el género.

Exigimos que nadie dude de la identidad de género auto determinada, sea cual sea la edad de la persona, porque nadie tiene la potestad de poner en duda la declaración de otra persona que se enfrenta, en un acto de supervivencia, a toda una sociedad para reclamar ser escuchada. El que hacemos las personas trans es un acto personalísimo, esencial y vital; es una cuestión de respeto en la que no caben plazos cuyo único objeto es hacer más cómoda la vida de las personas cis del entorno de esa persona trans.

La identidad no es un capricho.

¡viva el orgullo campogibraltareño!