Mercedes, Khadija y Tania, empleadas del hogar: esenciales pero invisibilizadas

Sofía Furse.
Periodista
30 de Marzo de 2022
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Tres mujeres cuentan este 30 de marzo, cuando se celebra el Día de las trabajadoras del hogar y los cuidados, la difícil situación laboral que afrontan y que viven miles de mujeres que realizan estas labores. Mercedes, 58 años; Tania, 55 años, y Khadija, 37 años, han dedicado su vida a los cuidados y a la limpieza, un trabajo que aseguran que "no tiene fin, horarios, ni sueldo fijo al mes", con jornadas "muy largas", y "sin regulación legal ni derecho a la jubilación". Una labor esencial para la sociedad pero, normalmente, precaria e invisibilizada.

Es tender la ropa, recogerla, plancharla, guardarla. Vuelta a empezar. Es limpiar la casa, es cuidar a los niños, ducharlos, acostarlos, cuidar a los abuelos o a los niños. Son muchas las tareas que se le asignan a gran parte de las mujeres empleadas para realizar tareas domésticas -empleadas del hogar-, quienes en muchos casos suelen tener un sueldo precario y largas jornadas, sin días libres y sin un sueldo fijo al mes. "Todo depende de las casas que te llamen al mes", cuenta Mercedes, una de las empleadas del hogar que hoy nos ofrece su testimonio.

Mercedes es española, tiene 58 años y vive con su hijo mayor. "Ahora mismo no tengo trabajo, estoy en paro y limpio casas cuando me sale". Apalabrar un sueldo es lo más común en este tipo de trabajos. En su caso asegura que no baja de diez euros la hora. "Yo empecé a los 13 años cuidando a personas mayores y desde entonces me he dedicado a eso y a limpiar", dice. Solo ha tenido dos contratos laborales en dos empresas de limpieza. "Durante veinte años he vivido en una casa de alquiler pero me echaron durante la pandemia por no poder pagarla", lamenta.

Pese a la situación en la que se encuentra Mercedes, cuenta que tiene "muchas ganas de trabajar" y que para ello continúa formándose en los talleres que imparten desde la Fundación de Márgenes y Vínculos. No pierde las ganas de aprender y de trabajar. En abril comenzará un taller de ayuda a domicilio, de 52 horas semanales, veinte de ellas serán prácticas, gestionados por la Junta de Andalucía.

Ser extranjera

Nadia Touati, una de las responsables de Márgenes y Vínculos, afirma que ser migrante supone una doble dificultad para encontrar trabajo en el Campo de Gibraltar, además del idioma y de llegar a otro país. "Desde nuestra asociación asesoramos a unas 80 mujeres en temas de extranjería, salud, prestaciones, empleo y otras cuestiones socio-jurídicas", explica. En la asociación se imparten diferentes talleres para el empoderamiento femenino, manipulador de alimentos, prevención de violencia de género, relajación, entre otros. "Las mujeres migrantes cuentan con otro añadido, que es la titulación. Cuesta mucho homologar estudios de otro país, es un proceso muy largo", apunta.

Tania (nombre ficticio) vive en Algeciras y a sus 55 años combina trabajar en casas con el cuidado de personas mayores los fines de semana. No conoce el descanso. Es venezolana, se marchó con su familia de su país buscando "una vida tranquila", lejos del régimen en el que asegura que existía una "inseguridad constante".

Recuerda que era maestra en Venezuela, pero no puede ejercer su profesión en España por las dificultades de homologar sus estudios: "Me gusta cuidar viejitos porque son como los niños y yo soy maestra. Aun así es muy difícil porque las personas mayores apenas duermen". La mayor dificultad que encuentra ella es "sumergirse en otro núcleo familiar ajeno al tuyo y aprender a gestionar esa casa desde dentro". "En mi última experiencia como interna tuve que hacer el trabajo de dos personas para conseguir equis dinero y sin un horario establecido. Tenías que estar disponible las 24 horas".

"Yo llevo limpiando y cuidando desde los 19 años", confiesa Khadija, de 37 años. Es de Marruecos aunque lleva gran parte de su vida en España. En estos momentos trabaja en la hostelería y a menudo lo compagina con la limpieza de hogares. "Soy una persona trabajadora y a mí por suerte la vida no me ha tratado mal". Así lo cuenta Khadija, quien se siente agradecida de tener trabajo, aunque tal y como traslada a este medio, a veces combina ambos trabajos.

Tres mujeres de tres nacionalidades diferentes, en trabajos esenciales pero invisibilizadas. Ganas de trabajar, de formarse y de poder tener "una vida digna". Son solo tres casos que representan a muchas de mujeres de toda España en su misma situación de precariedad laboral. Hoy 30 de marzo, Día de las empleadas del hogar estas tres mujeres ponen voz a las cientos de miles que sufren esta situación, por las jornadas infinitas, por apalabrar los sueldos, y en definitiva, por una regulación del trabajo esencial que desempeñan las mujeres en el hogar.

Reinvidicaciones

En España, el 98% de empleadas domésticas son mujeres, mientras que el porcentaje de varones que hacen tareas del hogar tan solo supone un 7%, según la Encuesta de Población Activa del INE actualizada en enero de este año.

El servicio doméstico es atendido mayormente por mujeres de nacionalidad española (58,1%), con edad entre 30 y 44 años. Según el país de nacionalidad de las personas extranjeras, en España predominan las procedentes de Rumanía (21,4%), Ecuador (11,1%) y Bolivia 11%).

El total de trabajadoras del hogar dadas de alta era de 381.485 personas en diciembre de 2021, según datos de la Seguridad Social, mientras que, según Comisiones Obreras, cerca de 200.000 trabajadoras del hogar continúan en empleo sumergido y sin derechos.

Las mujeres trabajadoras del hogar supusieron el 88% del total de personas empleadas en este sector de actividad. El sindicato también destaca el crecimiento de la temporalidad cuanto más joven es el grupo de edad de las trabajadoras del hogar, así como la alta tasa de jornadas a tiempo parcial. En el caso de las que tienen menos de 44 años, la jornada parcial llega a superar el 60% de los contratos. Por ello, CCOO considera necesario el inicio de los trámites para reformar la Ley General de la Seguridad Social y que, por parte del Gobierno, se corrija la situación de discriminación por razón de sexo que sufren las empleadas del hogar.

Así lo defiende la secretaria confederal de Mujeres, Igualdad y Condiciones de Trabajo, Carolina Vidal, reclama que el empleo del hogar sea profesionalizado, que tenga condiciones de trabajo dignas, que se reconozca como trabajo esencial y que se aplique el Estatuto de los Trabajadores en toda su totalidad: “Así terminemos con esta discriminación indirecta de género”