La ciudad de La Línea ha vivido hoy un Domingo Rociero atípico, diferente, muy opuesto al de años atrás pero también, afortunadamente, con un espíritu distinto al del pasado 2020, tras la primera suspensión de la Velada y Fiestas de esta ciudad a causa de la pandemia. Este año, aunque de forma contenida, son algunos los actos y actividades de pequeño formato programados esta semana, la de La Salvaora, y que hoy se han concentrando en el centro de la ciudad con una emotiva misa rociera y un agradable ambiente, festivo y algo flamenco, en las terrazas de bares y restaurantes.
La Plaza de la Iglesia de la Inmaculada ha acogido esta mañana la tradicional misa rociera, este año sí, al aire libre y respetando las distintas medidas de seguridad ante el coronavirus. El aforo de sillas permitido, completo. También ha habido muchos vecinos que han permanecido de pie y algunos incluso han seguido la misa desde los balcones que asoman a esta céntrica plaza convertida hoy en un santuario al aire libre.
Una misa, como la de todos los Domingos Rocieros, pero que este año, por lo vivido estos meses atrás, ha sido algo más especial, entrañable y muy emotiva, sobre todo por el recuerdo de aquellas que han perdido la vida en esta pandemia. Muchos de los presentes no han podido esconder las lágrimas. Para ellas, para las personas que ya no están, ha habido un recuerdo permanente en esta eucaristía que ha estado amenizada por el coro rociero de la ciudad, que con una exquisita combinación de voces e instrumentos han trasladado a los presentes, por unos momentos, a un Domingo Rociero cualquiera, sin pandemia, entre rumbas y sevillanas. Desde el propio púlpito, el párroco del santuario mayor de la Inmaculada ha reivindicado la historia de esta ciudad, la singularidad de esta tierra, lo mucho bueno su gente y, como no, el orgullo de ser linenses.
Así, entre la emoción y un ambiente, aunque contenido, alegre y festivo, con algunas personas ataviadas incluso con sus trajes rocieros y flamencos, los volantes, los flecos y lunares han vuelto a pasear por el centro de La Línea, aunque todavía de forma tímida y eso sí, con mascarillas. Más tarde, al mediodía y hasta bien entrada la tarde, han sido muchos los grupos de personas que se han reunido en una terraza para, aunque con limitaciones, mantener vivo este espíritu del Domingo Rociero, que no solo perdura sino que espera volver con más fuerza.

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