Ignacio y Ana, jóvenes linenses por el mundo

24 de Julio de 2020
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Son muchos los ejemplos de jóvenes linenses con talento, con ganas y valentía, que se lanzan a conquistar el mundo y cumplir sus sueños, alcanzar sus metas, retos y proyectos. Jóvenes que, con constancia y trabajo diario, no sólo engrosan su currículum personal y profesional, sino que también engrandecen el nombre de La Línea y derriban prejuicios y estereotipos sobre esta ciudad.

En 8Directo/La Calle Real, con motivo de esta serie de artículos por el 150 aniversario de la fundación de La Línea, conversamos con dos de estos jóvenes linenses, Ignacio y Ana, que mientras construyen su futuro en el extranjero, no dejan de echar de menos a esta tierra.

“Como músico me siento honrado de mis raíces linenses”

Ignacio Canto estudia en Guildhall School of Music and Drama de Londres.

Ignacio Canto Lázaro es un joven linense que a sus 21 años trabaja por hacerse un hueco en el mundo de la música. Un sueño que persigue desde hace años. Desde 2018 estudia en la Guildhall School of Music and Drama de Londres.

Comenzó su formación musical en el conservatorio Muñoz Molleda de La Línea, en las especialidades de violín y teoría de la música. Continuó sus estudios superiores en la Escuela Superior de Música de Cataluña hasta que finalmente dio el salto a la capital londinense, donde desde hace dos años estudia bajo la tutela de la profesora Jacqueline Ross. Ha participado en festivales como el Aurora Chamber Music Festival de Suecia y los cursos internacionales de violín en Kloster-Schontal, Alemania, recibiendo clases magistrales de profesores como Stephan Picard, Eszter Haffner, Mihaela Martin o Alissa Margulis. 

Su estancia en Londres le está sirviendo para crecer personal y profesionalmente. “En Londres he encontrado un intenso ambiente de trabajo, numerosas audiciones y proyectos que organiza la Guildhall School, además de poder escuchar a grandes músicos que ofrecen conciertos casi diariamente en la ciudad. Durante este año he formado parte de una orquesta de cámara integrada por alumnos de los principales conservatorios de Londres. Es un proyecto muy enriquecedor, ya que se trata de una orquesta que no cuenta con un director, y todas las decisiones musicales se toman de forma consensuada entre todos los integrantes del conjunto”, explica a este medio. 

En un futuro le gustaría formar parte de una orquesta. “Cuando concluya mis estudios, mi objetivo es realizar audiciones para poder conseguir un puesto como violinista en una orquesta. Es un trabajo que requiere mucha disciplina y preparación, pero que te brinda la oportunidad de explorar un repertorio magnífico y podré aprender de los grandes músicos que vienen a dirigir o a interpretar obras como solista con la orquesta”, añade.

Para Ignacio, La Línea es una tierra que rebosa talento. “Como músico me siento honrado de mis raíces linenses, y de la riqueza artística de Andalucía. Nuestra ciudad, aunque pequeña, nos ha dado figuras de referencia como José Muñoz Molleda, y cuenta actualmente con un grupo de jóvenes músicos con gran talento y dedicación”. 

“El sentimiento de cariño a tu ciudad natal siempre es grande, y cuando se está lejos aún más. Siempre que el curso lo permite viajo de vuelta a casa para disfrutar con mi familia y amigos. A mis conciudadanos me gustaría invitarles a apoyar a todos los jóvenes linenses que de una forma y otra llevan el nombre de la ciudad por todo el mundo, y especialmente a los músicos que dedican su vida a este arte sublime, a la par que exigente”, concluye este linense por el mundo.

La Línea es ese espacio pequeñito que condensa a la mayoría de gente que más quiero

Ana Garralón trabaja en San Diego como asistente personal.

A sus 25 años, Ana Garralón se encuentra en San Diego, California, donde vive desde hace un año con su marido. Allí trabaja como asistente personal en el sector de la sanidad.

Estudió Literatura Comparada en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada, para más tarde completar sus estudios con un Máster en Teatro por la Universidad Complutense de Madrid. Antes de cruzar el charco se especializó en la enseñanza de español para extranjeros ya que, “como hija de maestra, la enseñanza me apasiona también mucho”, comenta.

“En 2018, tras haber publicado la tesis del máster como libro y con buenas expectativas dentro de la investigación teatral, decidí decir que no a todo y mudarme a Estados Unidos por amor. Finalmente, tras casi un año de papeleo con la embajada conseguí un visado de prometida y me casé en Las Vegas en septiembre de 2019. Mi marido estaba estacionado en la base militar de Rota cuando nos conocimos. Él sirve a la marina americana y después de Rota le ofrecieron como nuevo destino San Diego”, comparte Ana con este medio.

Dejarlo todo por amor suena bonito, pero no es fácil. “Mentiría si no dijera que estaba muerta de miedo. ¿Renunciar a todo por amor? ¿En qué siglo estamos? Además del vértigo que supone cambiarse a un país que está, literalmente, al otro lado del mapa”, añade.

Confiesa que el proceso de adaptación fue complicado al principio. La cultura no es la misma, la enseñanza es diferente, el mundo laboral es opuesto. “Yo vine ya graduada del máster y la gente aquí con mi edad tan solo acaba de empezar el primer año de Universidad. No obstante, suelo adaptarme bien, aunque los primeros seis meses fueron muy duros”.

En un futuro, el más cercano, quiere continuar trabajando en el sector de la salud, por lo que está estudiando para titularse como Lactation Consultant (consejera de lactancia). En los planes ya más a largo plazo, tanto su marido como esta joven linense quieren volver a España. “Tenemos unas ganas tremendas de volver”.

Y es que, entre proyecto y proyecto en los Estados Unidos, a Ana todavía le queda tiempo para acordarse de La Línea. “Ese trocito costero que tiene 14 kilómetros de playa que no se pueden comparar con las playas de Santa Mónica o con Venice Beach por mucha que sea la influencia de Hollywood. La Línea es ese espacio pequeñito que condensa a la mayoría de gente que más quiero. Mis primas siempre han sido mi mayor apoyo y las echo mucho de menos”. El abuelo de Ana fue el doctor Enrique Garralón, médico que ejerció en Los Junquillos y La Colonia entre los años 70 y 80, sin pedir dinero a las familias más necesitadas. Le llamaban ‘el médico de los pobres’. También fue poeta que perteneció al grupo ‘Er Copo’. El tío de Ana, Enrique Garralón Ruiz, es hijo adoptivo de La Línea (2010) por su contribución y decidida entrega al realce y desarrollo de la música linense.

A pesar de todo, de la crudeza de echar de menos el hogar, envía un mensaje claro a los linenses: “Que persiguan sus metas y ambiciones, fuera o dentro de La Línea, que si hay que salir se sale pero para volver. No obstante, no me cabe ninguna duda de que siempre vamos a volver allí de una manera u otra; y si no, pues que sean abanderados de nuestra ciudad, que la den a conocer y que la gente sepa todo el talento que hay en ese trocito del sur. La mayoría de las veces hay que salir para crecer, en mi opinión es algo positivo, pero después que todo ese conocimiento sirva para engrandecer lo que se ha dejado atrás. No me cabe duda de que los linenses somos tenaces y trabajadores, curtidos a base de prejuicios y que en 150 años de historia hemos hecho lo inimaginable a nivel cultural”.

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