El sol picaba sobre las seis de la tarde. Pero nada frenaba las ganas de reencontrarse con la Virgen del Carmen. La Atunara la recibía con los brazos abiertos. Con las emociones a flor de piel. A sus pies. A las puertas de su templo, la parroquia del Carmen.
Sobre los hombros de los costaleras, la patrona, la Virgen del Carmen, salía de su templo con su gente arropándola, con lágrimas de pasión y con el esfuerzo de sus más devotas, que un año más la paseaban por su barrio en una procesión marítima-terrestre.
La del Carmen, la patrona de los marineros, salía de la sencilla y humilde iglesia de La Atunara en un mar de aplausos y vítores de: ¡Viva la Virgen del Carmen! ¡Viva!, que se han repetido a lo largo de la procesión. También se podía oír varias señoras volcadas con ella: "¿Cómo va la Virgen? ¡Guapa, guapa, guapa!" Durante todo el recorrido los fieles la han seguido con devoción, en un reencuentro a sus pies, a los pies de su patrona, la Virgen del Carmen.