Con apenas 25 años, Juanmi se ha convertido en un testimonio vivo de lucha y esperanza frente a las adicciones. Tras años marcados por el alcohol, las drogas, el juego patológico y las graves consecuencias familiares y personales que esto conllevó, hoy celebra 18 meses limpio y trabaja para que otros jóvenes no repitan su historia.
Juanmi relató cómo empezó a consumir a los 15 años, primero con alcohol en las típicas “botellonas” juveniles, hasta caer en una espiral de apuestas que lo llevó a perder amigos, manipular a su familia y acumular deudas insostenibles. “Llegué a un punto en el que le quitaba dinero a mi propio padre y ni siquiera podía comprar pañales a mi hijo”, confesó con emoción.
El punto de inflexión llegó cuando, sumido en la desesperación, pensó en quitarse la vida. Fue entonces cuando su pareja y su padre intervinieron y lo ingresaron en un centro de rehabilitación. Desde entonces, Juanmi ha encontrado en la vida cotidiana, como tomar un café con su familia o pasar una tarde en el parque con su hijo, la motivación para mantenerse firme en su recuperación.
“Hoy disfruto de lo que antes no me llenaba. Ser padre, hijo y pareja es algo que no cambio por nada en el mundo”, asegura.
Ahora, lejos de esconder su pasado, lo comparte públicamente para visibilizar un problema que, según dice, sigue siendo un tabú: “La gente piensa que somos viciosos o "yonquis", pero esto es una enfermedad. El que sufre, sufre en silencio”.
Actualmente, Juanmi prepara charlas en colaboración con el Ayuntamiento de La Línea y otras entidades para concienciar a jóvenes y adultos sobre los riesgos de las adicciones. Su mensaje es claro: “Sólo hay cuatro salidas: cárcel, psiquiátrico, muerte o recuperación. Yo elegí la recuperación, y animo a todos los que estén pasando por esto a pedir ayuda”.
Con voz serena pero firme, concluye con una reflexión dirigida especialmente a la juventud: “La vida es demasiado bonita para perderla en una adicción. Sólo tenemos una, y hay que disfrutarla junto a nuestros seres queridos”