En esta tarde centenaria, la de este 15 de agosto, la ciudad se encuentra de nuevo con su patrona. Bajo el cielo suave de agosto, la Inmaculada avanza sobre los hombros de sus hijos y, a su paso, las voces se mezclan con el silencio. Hay miradas que se alzan despacio hacia ella, y su manto parece posarse sobre las calles, guardando, sin prisa, un siglo de recuerdos y devoción.
La calle Real luce engalanada con guirnaldas blancas, banderolas y banderas conmemorativas. Los balcones, adornados con colgaduras y flores, parecen sumarse a la celebración. El aire huele a incienso y nardos, las mismas flores que hoy coronan las andas estrenadas este año.
El recorrido atraviesa lugares emblemáticos como la Plaza de la Constitución o los Jardines Saccone, donde se alza el monolito en honor a la patrona. La Banda Municipal Ciudad de La Línea marca el paso con marchas procesionales, acompañada por coros locales que llenan el recorrido de música.
En algunos momentos, el cielo se ilumina con fuegos artificiales que ponen acento festivo a la jornada. Entre el público, hay familias enteras que han crecido con esta tradición y que hoy, cien años después del reconocimiento oficial de su patronazgo, vuelven a caminar junto a ella.
Es una jornada en la que las calles se suman al recorrido, añadiendo un nuevo capítulo a una historia que continúa viva un siglo después.