Javier Gil, director del instituto Sierra Luna: “Debemos trabajar para educar en el talento”

20 de Enero de 2019
Javier Gil Nuestra gente El templete
Javier Gil Nuestra gente El templete
Javier Gil Espinosa, profesor de Educación Física, se ha estrenado este curso académico como director del instituto Sierra Luna de Los Barrios. Aunque lleva 11 años en el centro y ha ejercido de secretario y jefe de estudios, explica que el trabajo en la dirección de un centro con 1.055 alumnos y 85 profesores implica una labor burocrática muy ingente. “Esta es la manera que la administración tiene de cumplir con los derechos de los niños y las familias, pero esta parte la debería hacer personal administrativo. Nos gustaría disponer de más tiempo para los alumnos y para sus padres”, aclara.

El Sierra Luna es uno de los institutos más grandes de todo el Campo de Gibraltar e imparte clases de Educación Secundaria, Ciclos Formativos, Bachillerato, Secundaria para adultos y Formación Profesional Básica. La falta de espacio que sufre el centro ha obligado a la dirección a establecer turnos de mañana y tarde para atender a todo el alumnado. “Esta situación nos condiciona bastante porque tenemos que ajustar horarios, por ejemplo, para la limpieza, y es muy difícil hacerlo si terminamos unas clases a las tres y a esa misma hora empiezan otras. Nos vamos adaptando, pero es complicado”, añade Javier Gil.

El director del Sierra Luna no rehuye el debate acerca de cuáles son los retos que debe afrontar la educación en este país. “Creo que el cambio fundamental no es solo metodológico, que también, sino que debemos trabajar para educar en el talento y llevar a cada niño al sitio que necesita. No hablo de segregar, sino de saber lo que requiere cada alumno para potenciar su talento y motivarlo. Todo dentro de un mismo lugar, pero siendo capaces de atender las inquietudes y capacidades de cada uno de ellos”, manifiesta Gil.

¿Hay mucho conflicto en su instituto? “Pues no, en general no suele haberlos, y tampoco hay muchos más conflictos que hace 20 o 30 años. Lo que sucede es que ahora el sistema tiene a los jóvenes más tiempo en los centros y convive en ellos gente con más edad que antes, en una etapa como la adolescencia. Todo eso influye. Pero no podemos hablar de conflictividad”, concluye.