El kiosko lleva abierto desde los años setenta, aunque este matrimonio lo dirige desde hace veinticuatro años. En 1993 se hicieron con la propiedad de este puestecito en el que, en un sitio tan significativo como la Alameda, han podido disfrutar de las mejores celebraciones del municipio.
De hecho, no dudan en señalar que “lo mejor de este trabajo es que hemos visto crecer a muchos niños que ya son padres y que ahora vienen a comprar con sus pequeños”.
Y es que, precisamente, Isabel es la tercera generación de una familia dedicada a este negocio. Su padre, José García Chacón, conocido popularmente como Pepe ‘El Muleta’, dedicó toda su vida a este comercio que con amplia solera se ha ganado el respeto y el cariño de todos los sanroqueños. Mucho antes también lo hizo su abuelo. Ahora son ellos quienes recogen el testigo. De hecho, Isabel nos explica que ella ha crecido entre cajas de pipas y patatas fritas: “de pequeña me echaba a dormir entre ellas”. Así, no puede estar más orgullosa de continuar con el negocio familiar.
Asimismo, el matrimonio coincide que la vida como autónomo trae consigo una serie de inconvenientes: “hay muchísimos impuestos y muy altos. Para el negocio tan pequeño que somos, tenemos que pagar una importante cantidad de dinero”. Además, nos explican que como autónomos no pueden disfrutar de vacaciones o bajas por enfermedad: “aquí echamos muchísimas horas, no tenemos días libres y tenemos que aguantar todo lo que venga, enfermedad y todo”.
En este pequeño negocio ofrecen todo tipo de ‘chuches’, golosinas y patatas fritas, helados, bebidas y refrescos, también juegos ONCE, recargas de autobuses y recarga de teléfonos. “Todo lo que podamos abarcar, y poco eso para lo que tenemos que pagar”, añade Javier.
A pesar del duro golpe de la crisis, el negocio va remontando: “hemos notado la crisis mucho. Ahora parece que esto va despegando, pero va muy poco a poco todavía”.
Como sanroqueños están encantados de trabajar en plena Alameda. Allí son testigos del discurrir de la vida en la ciudad, de las reuniones entre familiares y amigos y de los juegos de los más pequeños, que nunca faltan en su kiosko. Y es que trabajar en este ambiente consigue que todo se haga más cuesta abajo.
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