La criba necesaria

Escritora y profesora.
05 de Octubre de 2025
La criba necesaria.

¿A ustedes qué les da miedo? Cuando apagan la luz, cuando yacen en silencio las horas que guardan para recomponerse, inmóviles, ojos cerrados, ¿qué monstruo viene a verles? Permítanme incluso una pregunta aún más personal, ¿por qué dan las gracias cada noche? No me digan que no lo hacen, que consiguen traspasar impunes la barrera consciente y deleitarse con un sueño reponedor, porque de ser esto así, siéntanse más que afortunados. Hace días que miles de mujeres en Andalucía no podemos descansar del todo, no del todo tranquilas, aunque cada día mantengamos nuestras actividades cotidianas, aunque un desgarro mudo nos vaya royendo las entrañas.

Alrededor de medio millón de mujeres andaluzas de entre 49 y 71 años acudimos cada año a nuestra sanidad pública para someternos a una mamografía. Cuando se obtienen los resultados de estas pruebas, muchas respiran aliviadas y olvidan, al menos durante un año, que el cáncer acecha, y, de hecho, al mismo tiempo que vuelven a sus vidas y a sus rutinas, desgraciadamente muchas otras madres, hijas, amigas, hermanas, abuelas descubren el vértigo infinito de un diagnóstico positivo. Se instalan en el desasosiego y sus familias y todos los que se preocupan por ellas las acompañan, hasta el final. Está cargado de años y sigue haciendo el camino …

Sucede en nuestra comunidad autónoma, nadie sabe desde cuándo, que si un año, que si dos, nadie sabe justo dónde, que si en la provincia de Cádiz, es decir, en nuestra provincia, que si en Sevilla, que si ya iremos viendo dónde más acontece, que para aquellas pruebas con diagnóstico dudoso, algo no funcionó como debiera. Porque cuando no se da un resultado concluyente en estas cribas, se requiere de una comprobación complementaria, y a todas estas mujeres a las que había que habérselas realizado para garantizarles el derecho 43 de nuestra Constitución Española que reconoce “el derecho a la protección de la salud”, nadie sabe cómo, nadie, se las ha dejado a la intemperie. Todas escucharon antes de abandonar alguno de nuestros centros sanitarios públicos que si algo fuese mal, que si alguien advirtiese algún riesgo, se las localizaría, se les haría saber. Algunas de ellas ya están, y, otras estarán muertas cuando se produzcan esos avisos. Nadie sabe cómo ha podido suceder. Al conocerse la situación, encontramos una respuesta de choque numérica disuasoria ante el desconcierto generalizado. Como mucho mucho, son, vamos a ver, son solo, unas, unas 2.000 y pico, vamos nada, un 0,4% del total de pruebas realizadas, que ahora parece ser que sí, que alguien sabe algo, vaya por Dios, más vale tarde que nunca, bien está lo que bien acaba, y para quien nunca supo, ojos que no ven corazón que no siente.  Y sigue haciendo el camino, aunque dice con tristeza “para el próximo no vivo”.

Se me ocurre que ahora que vamos a implantar protocolos ingentes y metodologías pantagruélicas para avalar, y de paso apuntalar, la confianza colectiva en el rigor de las prácticas al servicio de todos, quizás, solo quizás, sea un buen momento también para establecer una criba necesaria entre los responsables de gestionar las instituciones, tengan la ideología que tengan, para que nunca más suceda que nadie sepa qué está pasando, sea frente a una amenaza sanitaria, o climatológica, o bélica, o humanitaria.

En este punto, voy a repetirles la pregunta.

¿A ustedes qué les da miedo?