El rey ha muerto, viva el rey

16 de Octubre de 2021
4F8C634A-656B-4E50-B7C6-7577C20CB317
4F8C634A-656B-4E50-B7C6-7577C20CB317

Diego Pérez 'Yiyi'.


Todo acabó en Cádiz, donde todo empezó. Tan pronto. Muy pronto. Los genios se van como aparecen. De repente un regate, un amago, un zurdazo. De repente un vacío. 

Jugaba como lo que era, un futbolista callejero. Rara avis que nace en un arrabal de Villa Fiorito, en un potrero de Rosario o en un polideportivo de La Reconquista. Diego, Juan Antonio, Trinche, que importa como se llame. Una zurda y un balón, llámalo fútbol. Jugadores que sólo necesitan una pelota. Sobran los rivales, porque los eliminan con una finta. Sobran sus compañeros, sabedores de su papel de meros acompañantes de un virtuoso solista. Sobra la lógica del juego, porque ni ellos mismos saben cuál va a ser el próximo truco. Sólo el balón y la zurda, ese pincel con el que dibuja jugadas que sólo ellos pueden imaginar, que sólo los elegidos pueden hacer.

Quien se ha sentado en la mesa del mago González tiene licencia para calentar en el Antonio Gavira con las botas desatadas. Quien ha puesto de acuerdo al Municipal y al viejo Mirador tiene derecho a ser eterno. Quien ha conocido al gordo tiene la obligación de quererlo.

Estuvimos enfrente desde que los dos empezamos en esta bendita religión. Peña Veteranos, Cádiz, Algeciras. Enemigos íntimos hasta que un hostal y un escudo nos juntó en Ceuta. A partir de ahí siempre me sentí cómo un Diego Alatriste que presenta su más sincero respeto por un Gualterio Malatesta imaginario. No hay mayor reconocimiento que honrar la memoria de tu rival. 

Esta vida de volcanes y pandemias nos ha vuelto a golpear, escupiéndonos a la cara nuestra vulnerabilidad. Esta misma vida que nos ha arrancado a un amigo nos presenta a otro asesino con cara de niño, otro diferente, otro artista. El fin de una vida que abre el comienzo de una leyenda. El principio de algo grande que pone en escena a una nueva esperanza algecirista. La despedida de Juan Antonio coincide con el portazo de Álvaro Leiva. Ojalá la historia se repita. El Rey ha muerto. Viva el Rey.