Ambiente extraño este Viernes Santo en San Bernardo, diferente a otros años, mucho más complicado, claro, como si algo pesase entre la muchedumbre, de recogimiento y tristeza. Llega un nazareno a la Casa Hermandad de Amor y Esperanza. Un, dos y tres golpes al portón y se abre la puerta. Se abre la puerta y, sí, aparece el paso de misterio del Cristo del Amor pero falta Ella. El trono de la Esperanza y su reina. Suena la marcha 'Esperanza', no podía ser otra, y todos los allí presentes, cientos de vecinos, fieles y devotos, costaleros y hermanos de esta Hermandad de San Bernardo se rompen de la emoción. Muchos echan a llorar, se abrazan, se arropan entre ellos.
Suena la marcha 'Esperanza' y los costaleros del Amor levantan a su Señor a pulso, sin toque del llamador, sin gritos ni arengas. En un triste silencio, casi de luto, y solo los sones de la agrupación musical Dulce Nombre de Jesús de Granada. Concluye la marcha que lleva su nombre y todos aplauden con fuerza, para que se escuche hasta en Sevilla, donde se encuentra Ella.
La cuadrilla del paso de misterio mece al Cristo del Amor con maestría, sin prisa, pero sin pausa, hasta la puerta de la parroquia de San Bernardo Abad, a unos pocos metros de la Casa Hermadad y el lugar donde, el pasado 28 de mayo de 2022, un incendio en el camarín de la Virgen de la Esperanza dio comienzo a la pesadilla, afectando gravemente a esta talla obra de Luis Ortega Bru (1951) y una de las imágenes que más devoción despierta en esta ciudad. En estos momentos la Virgen permanece en el taller del escultor sevillano Fernando Aguado, que espera que su restauración finalice este verano
Con la voz entrecortada, el capataz llama a su cuadrilla, "ya estamos aquí, señores. Esta levantá va por Ella. Al cielo". Y los costaleros del Amor saltan como nadie, como ninguna otra levantá en toda esta Semana Santa, como si no llevasen kilos y kilos de peso encima, sino que parecía que el paso de misterio era una pluma. Vuelan, al cielo, y gritan todos bien fuerte: "Esperanza".
La Virgen de la Esperanza no ha procesionado este Viernes Santo, en la Semana Santa más atípica en la historia de esta hermandad, pero estaba presente, muy presente en el recuerdo y oración de todos. Siempre lo está y hoy todavía más. El paso de misterio del Amor portaba su brillante y doroda corona, de los candelabros colgaban varios de los rosarios de la Esperanza y la María Magdalena que acompaña a este Cristo en la cruz vestía hoy una túnica verde con motivos dorados. No podía ser otro color. Además, la mayoría de los allí presentes portaba algún detalle en verde, verde Esperanza, una imagen, una foto de Ella, un lazo, un pequeño corazón verde de tela en el pecho...y a cada levantá, siempre el mismo grito: "Esperanza". La Esperanza que no desaparece nunca. Hoy, a pesar de todo, tampoco.