La lluvia trunca otro año más el sueño de Penas y Dolores

Un fuerte aguacero obliga a Penas y Dolores a volver deprisa a su templo e impide que, un año más, esta histórica hermandad cumpla estación de penitencia por las calles de La Línea

Sandra Domínguez Mesa
Periodista
15 de Abril de 2025
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Fue bonito mientras duró. Pero este año, una vez más, no pudo ser. La Hermandad de Penas y Dolores no ha podido completar su estación de penitencia del Martes Santo por las calles de La Línea. Las imágenes de Jesús de las Penas y la Virgen de los Dolores tan solo habían recorrido unos metros, desde la parroquia a la iglesia Santiago, tan solo habían transcurrido unos minutos desde su salida, cuando una lluvia torrencial les ha obligado a volver a su templo. La hermandad ha tenido que refugiarse deprisa de una monumental cortina de agua que ha dado paso a las lágrimas y la tristeza en Santiago.

Unos minutos antes de las 19.00 horas, cuando esta histórica hermandad tenía previsto su salida, una débil lluvia, un chispeo intermitente, desperta los peores temores. "Nada, nada, es una nube pequeñita, ahora pasa", comentaban a las puerta de la parroquia, que estaba a rebosar de fieles, devotos y vecinos de esta ciudad que no querían faltar a la cita con Ellos.

A pesar del desagradable fuerte viento que soplaba, el sol brillaba y radiaba en la salida de Jesús de las Penas. "Este año sí es, este año sí, no dejarse na' pa ustedes", gritaba uno de los capataces del paso de misterio a su cuadrilla, que con maestría mecían al Señor, que se perdía entre el gentío a lo largo de la calle Jardines. Unos minutos más tarde fue Dolores quien salía al reencuentro con su pueblo, con la elegancia y solemnidad que le caracteriza. Señorío del Martes Santo. 

Una, dos, chicotás y volvían los chubascos. Cada vez más fuertes pero la hermandad resistía firme en la calle, entre aplausos, desafiando a la lluvia. "Tranquilos, tranquilos, que nos va a dejar, que nos va a dar tregua", calmaban los capataces a los costaleros que servían de pies de Dolores y que, preocupados por el jaleo de la calle, que continuaba aplaudiendo el aguante y arroje de la hermandad, sacaban las manos de debajo del paso para comprobrar la intesidad y fuerza de la amenazante lluvia. Responsables de la hermandad cubrían entonces el manto de la Virgen y continuaban camino hacia adelante.

Parecía posible, que este año sí, escampó por momentos, hasta que unos minutos después, tan solo habían recorrido unos metros más, cuando la débil lluvia, este molesto chispeo, se convertía en una lluvia torrencial, en todo un manto de agua que arruinaba por completo, otro año más, el sueño de Penas y Dolores de volver a las calles de La Línea, con su gente. Qué bien llevado hasta el final. El llanto, algunos sin concuelo, la rabia y la tristeza se presentó entonces en Santiago. Ojalá que el próximo año sí sea, Penas y Dolores. Que el sueño se cumpla.