El Medinaceli, luz de Algeciras

El Señor de Algeciras y la Esperanza, en su 75 aniversario, procesional en un mar de fieles por el centro de la ciudad en un grandioso Martes Santo

Francis Mena
Periodista
05 de Abril de 2023
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A las puertas del templo. A las puertas del templo hay un pueblo que espera a su Señor. Un Señor que es un Cautivo. Un Cautivo que es liberador. Como girasoles, miles y miles de miradas se giran hacia la claridad que Él desprende. Es Algeciras y es el Medinaceli. Es un luminoso Martes Santo. Porque siempre hay Esperanza de luz después de la oscuridad. 

Es luz el versículo del Evangelio de Mateo elegido por el párroco de la Palma, el padre Juan José Marina, para la estación de penitencia del Medinaceli frente a la oscuridad de un vil asesinato de un 25 de enero. "Entonces Jesús le dijo -a un discípulo suyo que le cortó una oreja al siervo del Sumo Sacerdote de Israel-: Vuelve a poner tu espada en su sitio, porque todos los que toman la espada perecerán a espada". Palabras que sobrecogen sabiendo lo que desgraciadamente sabemos. También lo fueron las del capataz del paso Miguel Arjona en aliento a su gente que arrima más que el costal: "Por Diego Valencia, por don Antonio y por Algeciras. A ésta es". Y el paso voló a pocos centímetros sobre el suelo, pero muy alto bajo un cielo de luna clara. El corazón de Algeciras, la Plaza Alta, encogido. Lágrimas, quién sabe si de un amigo de Diego, el sacristán que en un mundo luminoso hoy debía disfrutar de su Cristo. 

Luz es también la estela que el elegante procesionar de Nuestro Padre Jesús Cautivo Medinaceli deja en centenares de promesas que se tornan Esperanza. La Virgen, llevando a modo de saya la túnica burdeos y oro de su Hijo, también deslumbró en su 75 aniversario. El Cristo, sin corona de espinas, resplandecía con las potencias del orfebre linense José Ismael Moya y una sobria túnica de terciopelo burdeos. Así, y con fino caminar -"parece que anda", dijo una mujer-, avanzaba San Isidro abajo la Venerable Cofradía Salesiana de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Cautivo Medinaceli y María Santísima de la Esperanza entre un mar de fieles.

Un pueblo entregado a cada metro del solemne recorrido. Sonaron saetas, como las cantadas desde un balcón a ambos pasos a la salida de la procesión a la abarrotada plaza de San Isidro, pero se echaron en falta las que se solían lanzar desde el balcón del Casino. No fueron pocos lo que quedaron a la espera. Sonaron aplausos para reconocer el esfuerzo de los costaleros, sonaron piropos a la Esperanza, también suspiros y diálogo entre dientes con el Medinaceli. Arriba, en San Isidro había quien no se movía desde que a las ocho de la tarde saliera la cruz de guía. La espera merece la pena. La recogida, ya de la madrugada, es el epílogo perfecto al Martes Santo. Una jornada santa sin parangón dentro de la Semana Santa algecireña. Punto álgido. El Medinaceli es el Señor de Algeciras.