Aguacate: el BOOM verde

Francis Mena
Periodista
21 de Febrero de 2021
aguacates tesorillo
aguacates tesorillo

San Martín del Tesorillo, tras su independencia en 2018, eligió para el municipio un escudo con un naranjo como protagonista. Aunque siga siendo una seña de identidad, actualmente, se calcula que casi el 70% de los cultivos del municipio ha cambiado ya la naranja por el aguacate, un producto con mayor demanda, menos competencia y más rentable en el mercado. Cooperativa, empresas y pequeños y medianos agricultores se siguen sumando a esta transformación del cítrico al tropical que ya da resultados, con exportaciones a numerosos países de Europa, y que es el nuevo tesoro agrícola de la zona.

UN NUEVO TESORILLO

La recta de entrada a San Martín del Tesorillo está flanqueada por campos de naranjos con carteles en los que se leen: Se vende. El aguacate gana terreno, el cambio ya es evidente. La naranja ltleva diez años de capa caída, intentando sobrevivir entre precios bajos y mucha competencia, y algunos agricultores se han dado por vencidos, muchos ya han dado el paso al aguacate. Hace veinte una familia vio el potencial del producto, comenzó a cultivarlos y a venderlos y, en palabras del alcalde, Jesús Fernández, “aquello fue un boom”.

Un kilo de naranjas en el árbol, antes de pasar por cualquier intermediario que encarezca el producto, difícilmente llega a los 30 céntimos -durante la pandemia alguna variedad ha llegado al 0,50-, mientras que la misma cantidad de aguacate tiene un valor que se puede aproximar a los tres euros. La demanda de este fruto tropical, exótico hace unos años y actualmente uno más en nuestra dieta, se ha disparado, y en Europa no hay muchos lugares con climas propicios para su cultivo. El Campo de Gibraltar es uno de ellos. 

Empresas y agricultores de Tesorillo y el Valle de Guadiaro han apostado por esta reconversión, que tiene sus riesgos. Un árbol de aguacate, también conocido como palta, puede costar entre diez y veinte euros, y puede tardar hasta tres años en dar sus primeros frutos. Además, necesita un sistema de riego especial que proteja este producto tropical de las temperaturas extremas.

La Cooperativa San Martín del Tesorillo (Tesoricoop), constituida en 2002, cuenta con unos 70 socios. En su nave de producción, situada cerca de la Casa Consistorial, las cajas apiladas permiten ver como en una gráfica de barra que la producción de diferentes variedades de naranjas son mayoría frente al aguacate. Actualmente, la cooperativa gestiona al año unos 400.000 kilos al año de este tropical frente a los ocho millones de las naranjas. Sin embargo, Antonio Carrera Quesada, presidente, advierte de que son muchos los socios agricultores que han arrancado los cítricos y que “casi todo el mundo se está pasando al aguacate porque venimos de años muy malos para las naranjas”.  

“Aquí ha habido años que me ha dado vergüenza sentarme delante de los agricultores porque liquidábamos naranjas a cuatro o cinco céntimos. Muchos han dicho que para eso no hacen nada. El cítrico está abandonado por la administración, no hay controles, no te ayudan, y cuando vendemos a Europa estamos en desigualdad con Marruecos, ellos van con cañones y nosotros con tirachinas porque no tienen las mismas exigencias fitosanitarias que nosotros, el mismo gasto de personal…”, comenta Antonio Carrera. Frente a esto, el traspaso al aguacate está siendo importante, aunque Tesoricoop va “poco a poco”. ¿Corre peligro la naranja? “Sí, Tesorillo va a terminar siendo de aguacate; el agricultor tiene que sembrar lo que le da dinero y, por hectárea, el aguacate puede dar unos 20.000 euros más que la naranja. Cítricos por aquí hay un puñado, pero tiras para arriba y está todo sembrado de aguacates, en Jimena, Castellar, San Roque…”, calcula. 

Mientras, Tesoricoop exporta un 80% de su producción de cítricos a países como Holanda, Bélgica, Francia, Inglaterra, entre otros europeos, y también ha llevado este producto de la zona a Brasil, Canadá y Emiratos Árabes.

Hace cinco años la empresa Pérez Zara Agrícola decidió comenzar a plantar aguacates en la costa de Málaga y en el Campo de Gibraltar; hoy exporta a Europa. “El campo es algo que cambia y se está produciendo una renovación, hay un cambio de ciclo y nos tenemos que adaptar a la demanda”, asegura Juan de Dios Pérez, su gerente. 

Pérez Zara tiene unas 80 hectáreas de naranjos por unas 20 de aguacates. Asegura que mantiene esta cantidad de cítricos por un “compromiso casi moral” con una empresa filial mayorista de la provincia, Fruta Ildefonso, a la que tiene que abastecer. El 90% de la naranja que cultiva es para el mercado nacional e incluso comarcal. Mientras, el 70% del aguacate que cultiva en San Martín del Tesorillo, Almuñécar (Granada) y Málaga es exportado a Europa, unos dos millones de kilos al año. Lleva este tesoro verde a países como como Dinamarca, Alemania, Suecia, Holanda, Suiza, Lituania, Letonia, Polonia, República Checa… Este año tiene previsto aumentar la exprotación en otros 3.000 kilos. “Nosotros tenemos cajas con el San Martín del Tesorillo paseando por toda Europa y funciona bien, como una fruta de calidad”, asegura.  

Juan de Dios Pérez, a la hora de hablar de esta transformación de la naranja al aguacate, prefiere no hacer referencia a la rentabilidad, “que depende de que el agricultor sea capaz de sacar más o menos”, y opta por referirse a la demanda, que actualmente la del aguacate es importante hasta el punto de calificarlo como de una “burbuja especulativa”.

“Aquí ha habido años que me ha dado vergüenza sentarme delante de los agricultores porque liquidábamos naranjas a cuatro o cinco céntimos. Muchos han dicho que para eso no hacen nada. El cítrico está abandonado por la administración, no hay controles, no te ayudan, y cuando vendemos a Europa Paula Sánchez Lianko es agricultora y economista, propietaria de terrenos heredados de su padre situados en la carretera Tesorillo-Jimena. Sus ganancias llegan de la venta directa, “del campo a la casa”, y a la venta de comercios de barrio. Actualmente, se prepara para plantar en abril árboles del aguacate en una de sus dos fincas. “Esto conlleva una inversión grandísima para una familia agricultora pequeña, supone un esfuerzo bestial. Tenemos que meter un sistema de goteo para que esos árboles se mantengan”, explica. “El aguacate en el árbol deja mucho más dinero que la naranja; aunque nos duela, la naranja vale muy poco y nunca va a dejar los márgenes de beneficios que deja el aguacate, que tiene una demanda alta; además no solo es para consumo de alimento, también se utiliza en productos de cosmética”, comenta Paula Sánchez, que se declara “defensora de la naranja”. “Dices naranja de Tesorillo y ya lleva la marca, entonces desligarte de eso… yo no quitaré toda mi huerta de naranja para poner aguacate, me parecería terrible”, expresa la agricultora con un punto de romanticismo.  

EL RETO DEL AGUA

Si vemos un campo de aguacateros en la zona apreciaremos que los árboles están acompañados por una vara metálica que la supera en altura: son aspersores antiestrés que impiden que el producto se dañe por las temperaturas extremas. El aguacate es un fruto subtropical que no soporta temperaturas altas -por encima de los 36 grados- ni inferiores al 0 grado. Este sistema antihelada rocía el árbol de agua cuando la temperatura ambiente desciende bajo 0, creando lo que se denomina un efecto iglú que impide que la temperatura extrema llegue al interior del fruto. En verano, consigue el efecto contrario de suavizar el calor. Sin este sistema no sería viable la producción de la zona.

Con todo esto, el mayor reto que tiene el cultivo del aguacate en el Campo de Gibraltar es el agua. Hay cierta discrepancia a la hora de hablar de las cantidades: hay quienes afirman que precisa cuatro veces más que un naranjo -árbol más adaptado a la zona-, unos mil litros cada kilo; mientras que, por ejemplo, en Pérez Zara apuntan que “bien gestionada” no necesita más agua “que otros cultivos y veinte veces menos que el melón o la sandía”. En lo que todos están de acuerdo es en pedir infraestructuras para almacenar el líquido elemento y una mejor gestión del mismo. 

Juan de Dios Pérez es claro: “Reclamamos a la administración inversiones para la agricultura, igual que se hacen para otros sectores como el turístico, que permita crear herramientas para un sector que es fundamental en la economía española; en España hay aeropuertos en los que pasan uno o dos aviones al día y cuestan diez veces más que un pantano”. Además, considera conveniente crear herramientas jurídicas y un proyecto para controlar el reparto y el aprovechamiento del agua. Sobre esto, la agricultora Paula Sánchez insta, además, a realizar estudios sobre el cambio en el consumo que supone el paso de la naranja al aguacate, y que facilite la gestión del agua.  

Antonio Carrera, de Tesoricoop, también reconoce que el agua es el “gran problema”, y va más allá: “Si se guardara el agua que tira el Guadiaro todo el año esto sería un vergel y todo este cerro se podría llenar de tropicales como el mango, entre otros, y sobre todo el aguacate. De guardar el agua que tiramos y de administrarla en condiciones, la inversión de un pantano se amortizaría con impuestos en doce años”. 

“La reconversión al aguacate puede traer cosas buenas pero también problemas añadidos como el tema del agua”, agrega el alcalde tesorillero, Jesús Fernández, que habla de la presa de Guadalmedina, situada en el río Guadiaro, como una de las posibles soluciones. La Junta de Andalucía sacó a licitación la redacción del proyecto en septiembre de 2019, pero todavía le queda recorrido. “Todavía quedarán ocho o diez años, será muy productivo, mientras esperemos que las lluvias nos acompañen”, comenta. También espera que pronto esté la depuradora, con el estudio ya hecho, que permita aprovecharse para el riego. 

PENSAR EN EL FUTURO

Hace solo unos años el aguacate era un producto difícil de encontrar en nuestra dieta y en nuestras neveras, hoy está muy presente. Además, tiene aplicaciones médicas y cosméticas que lo hacen un fruto que es más que un alimento. Juan de Dios Pérez, gerente de la empresa Pérez Zara Agrícola, advierte de que se puede estar ante una “burbuja especulativa similar a la de la construcción” e insta a estar preparados. “Hay una gran demanda pero eso siempre tiende a estabilizarse, las épocas doradas nunca son para siempre, y hay que asegurar la vida después de esta”, advierte. 

Lo que este joven empresario propone es que los agricultores se aglutinen, se asocien y cooperen para cuidar al máximo al producto, crear una marca del aguacate de España para que Europa vea que se está creando una agricultura y un producto de calidad, que sea sostenible y respetuosa con el medio ambiente. “No voy a decir lo que tiene que hacer cada uno pero sí digo que hay que defender el origen y la marca de nuestro aguacate para que sea reconocida y evitar prácticas como cortar antes de tiempo para evitar vivir del pelotazo sino que sea sostenible en el tiempo. No podemos matar a la gallina de los huevos de oro”, expresa.