Manolo González: la aventura de un fotógrafo linense en Copenhague

02 de Diciembre de 2022
RETRATO MANOLO_CMYK
RETRATO MANOLO_CMYK

José Manuel González Rodríguez, Manolo, Manolo Glez, Manolito, Manué. Da igual como te refieras a él, te va a acabar encantando igual; él mismo, su persona y su trabajo. No importa el continente si no el contenido.

Manolo González es un conocido, querido y respetado fotógrafo linense que reside actualmente en Copenhague, Dinamarca. Allí ha emprendido una interesante aventura, personal y profesional, que retrata cada día a través del objetivo de su cámara, de su alma. Un objetivo casi innato. Se crio en la planta de arriba del negocio familiar: un estudio de fotografía, como no, Foto Glez, uno de los más frecuentados de aquella época. Allí creció y se formó siguiendo las indicaciones de su padre, aprendiendo los secretos del revelado entonces analógico y especializándose tanto en la fotografía de estudio como en el retrato de todo tipo de eventos sociales.

Ahí es donde se crece también Manolo, en la calle, con la gente, donde después de una trayectoria de 35 años de experiencia en el mundo de la comunicación audiovisual, lo acabaron conociendo como 'Manolo, el de la cámara'. "Manolo, ¿esto cuándo sale?".

Formado como experto en realización audiovisual por la Universidad de Cádiz, durante 10 años trabajó de realizador en la televisión municipal de La Línea. También ha sido cámara reportero en 8TV. Sus últimos años en el Campo de Gibraltar los pasó como compañero de esta redacción, la de 8Directo, en la que tanto se le aprecia y admira, y donde ha desempeñado tareas de fotógrafo, camarógrafo, reportero y redactor. Un todoterreno que, aunque ahora se encuentra a más de 3.000 kilómetros de su Línea, sigue sintiéndose muy del sur.

Su vida en Copenhague:

"Llegar a Dinamarca, concretamente a Copenhague, ha sido posiblemente uno de los cambios más importantes de mi vida y con ello la forma de captar mis imágenes. Hoy en día, y en la mayoría de los casos de este reportaje fotográfico, con un móvil de última generación, el más barato del mercado, con posibilidades de alterar la velocidad, la apertura, tres diferentes objetivos y desesperado por encontrarme con el encuadre y el momento perfecto. Así me embarqué, sin quererlo, en la dimensión de buscar con la mirada la historia que quería contar, pero dejar al azar el encuadre y el momento.

Y empezaron a formarse historias muy bonitas en la revisión de las mismas. Sólo andas unos pasos por el centro de la capital de Dinamarca y ya te encuentras con la particularidad de que las bicicletas son el motor principal del movimiento de las personas. Llama la atención cómo se amontonan en los aparcamientos y son un claro elemento diferenciador de otros lugares en los que por su particular suelo podría ser el elemento estrella para moverse como aquí.

Imaginar miles de historias que me encuentro por este lugar donde mis ojos buscan la historia y mi móvil crea el azar. Como las flechas de la vida, como el amor, como el trabajo, como la ilusión, como el destino

En fin, que más allá de esos pasos en el que te pones a buscar un medio de transporte alternativo, al bien conectado pero caro servicio de transporte urbano, andas. Y al andar se hace camino y te das cuenta que los semáforos no están adaptados al caminar de un transeúnte del Campo de Gibraltar. Y es aquí cuando a mitad del color verde se cambia a rojo y tienes que correr. De ahí mí captura con la marca Matas en una de esas carreras por el paso de peatones.

No encontrarás por aquí una lata tirada en el suelo, sino que están puestas en lugares cerca de las papeleras para que las personas que tuvieron quizás un desencuentro con la vida puedan ganarse algo recogiendo estas y devolviéndolas en el supermercado al precio de una corona.

Muchos de estos desencuentros se ven en las calles y con ellos mi paso solidario por la asociación GRACE KBH, que se afana en dar de comer a los sintecho de este lugar. Ahí me topé de lleno con el idioma y con mi dificultad con el mismo. Así que no había mejor manera de aprenderlo que hablando mi inglés defectuoso de la EGB y medio hacerme entender. Pero qué mejor idioma que la sonrisa de una persona cuando le intentas explicar cómo se hace una croqueta, unas tortillitas de acelgas, unas japonesas o unos churros. Lo mejor es que te pones y al final acabas cocinando todo eso para ellos y al sonido de "amazing!", entiendes que lo nuestro gusta, y mucho aquí.

Pues sigo en estos días intentando con esta técnica encontrar e imaginar miles de historias que me encuentro por este lugar donde mis ojos buscan lahistoria y mi móvil crea al azar. Como las flechas de la vida, como el amor, como el trabajo, como la ilusión, como el destino.

Un sureño, con amor y sueños".