RAQUEL MEROÑO, ganadora de MasterChef Celebrity: "Me encanta la energía tan bonita que tiene Tarifa"

17 de Octubre de 2021
Captura de pantalla 2021-09-13 a las 17.27.42
Captura de pantalla 2021-09-13 a las 17.27.42

Si alguien le hubiera dicho a la actriz, modelo y empresaria Raquel Meroño, hace solo un par de años, que iba a ganar el concurso de cocina “más exigente” de la televisión, se hubiera echado a reír. Y esa risa contagiosa suya, que es marca de la casa, hubiera estado más que justificada, porque hasta que entró en el reality de Televisión Española, la flamante última ganadora de MasterChef Celebrity, que llevaba un tiempo alejada de la tele, se apañaba con el microondas y poco más.

Convertida, gracias a la repercusión que tuvo su paso por el exitoso programa, en una de las celebrities del momento, Raquel Meroño disfruta de la impagable sensación de saberse en uno de los mejores momentos de su vida, llena de ilusionantes proyectos, algunos de los cuales también tienen que ver con la gastronomía, y que, además, está pudiendo compartir con sus dos hijas mellizas, Daniela y Martina, fruto de su relación con el empresario Santi Carbones.

La ya expareja, que presume de mantener una excelente relación, tiene también en común el chiringuito Carbones 13, un idílico beach-club ubicado en la playa de Los Lances, en Tarifa, donde Raquel confiesa haber vivido algunos de los mejores veranos de su vida, y a donde le encanta escaparse cada vez que tiene ocasión.

Aunque su ritmo actual es “un no parar”, Raquel, que estudió Periodismo antes de dedicarse a la moda y la interpretación, nos ha hecho un hueco en su ajetreada agenda para hablarnos de su pasión por la buena comida, de su forma de vivir el presente y de cómo su paso por el talent de TVE, tal y como reza la publicidad del programa, le ha “cambiado la vida”.

Tienes una larga trayectoria en el mundo del espectáculo, sobre todo en series de televisión, pero mucha gente (sobre todo la más joven) te ha “descubierto” en la última edición de MasterChef Celebrity… ¿Qué ha supuesto para ti tu paso por el programa?

Uf, mucho, y no solo a nivel profesional, sino también personal… Me ha permitido volver a un medio que me encanta, y me ha dado muchísima visibilidad, después de un tiempo de estar un poco más apartada de la televisión. Ha sido una experiencia increíble, agotadora y muy bonita a la vez, que además he podido compartir con mis hijas, y la verdad es que lo he vivido con mucha gratitud.

Según tú misma reconocías, antes de entrar en MasterChef te apañabas con el microondas y poco más...

Es que yo nunca había cocinado… Comíamos bien porque tenía personas en casa que se encargaban de eso, pero luego llegaba el fin de semana y libraban, y yo esos días lo que hacía era calentar los tuppers que me dejaban preparados… Eso lo comentaron las niñas en el programa y de ahí salió eso de “mamá microondas”.

En cualquier caso, el jurado y el público valoraron muy positivamente tu evolución, de sufrir varios delantales negros a nada menos que ganar la final, frente a Florentino Fernández, con un menú de inspiración balinesa que incluía un postre espectacular, ese volcán con corazón de mango que te proclamó campeona… Te lo curraste mucho, pero, en cierto modo, fue una sorpresa, ¿no?

Es que cuando entré en el programa eso no me lo esperaba yo ni se lo esperaba nadie… (risas). Pero bueno, los delantales negros y el “foso”, como llamábamos Josie y yo a las pruebas de expulsión, te van curtiendo y haciendo más fuerte, y te vas dando cuenta de que te tienes que esforzar mucho más de lo que pensabas.

Además, ahí no eras una actriz interpretando un papel, como en Al salir de clase, Yo soy Bea o Airbag, sino que el público ha podido conocer a la verdadera Raquel.

Es que ese es el éxito del formato, con pruebas que te llevan al límite, y que hacen que resulte absolutamente imposible mantener un papel: son muchas horas, estás todo el rato mirando el rejoj, estás muy cansado… Al final, lo que se ve es como eres en realidad, no hay trampa ni cartón. En mi caso, no imaginaba que podía llegar a tener tanto autocontrol, y la experiencia me ha servido mucho también a nivel personal, para lidiar con los nervios y acabar con algunas inseguridades.

Y ahora, ¿qué es lo que más te gusta cocinar?

Pues he descubierto platos que antes no me hacían mucha gracia, y que ahora están entre mis favoritos, como son los platos de cuchara: esos guisos de legumbres, de patatas con alcachofas, esas carrilleras cocinadas con mimo, a fuego lento… todo eso ahora me encanta.

¿Y qué es lo que más te gusta comer cuando son otros los que cocinan para ti?

Me sigue atrayendo mucho la cocina internacional, la fusión, la gastronomía asiática, la mezcla potente de sabores… Dabiz Muñoz, por ejemplo, es un chef que me fascina, estuve hace poco en su restaurante, Diverxo, y aluciné con sus platos.

En cualquier caso, tu interés por la gastronomía parece venir de más atrás, ya que en 2016 abriste con el padre de tus hijas, Santi Carbones, el chiringuito Carbones 13, que se ha convertido en un must de la playa de Tarifa… ¿Cómo surgió este proyecto? ¿Y por qué aquí?

Verás, lo de Carbones 13 fue sobre todo por tener un negocio en la playa, para que las niñas tuviesen su “verano azul”, y pudiéramos compaginar trabajo con el lujo que supone pasar dos meses en la playa, con los pies en la arena… Fue más eso, un proyecto familiar, que otra cosa. De hecho, la carta del chiringuito ha triunfado, precisamente, por lo simple que es: un buen pulpo, una buena carne, unas buenas gambas… Se trata de un lugar donde comer rico al lado del mar, pero sin muchas florituras. Eso sí, con productos de primera calidad, respetando mucho siempre la materia prima, y tratando de que quienes nos visitan se encuentren a gusto.

Tras tu paso por MasterChef comentaste que te gustaría centrar tu futuro profesional en la tele, y volver a hacer ficción, pero… ¿tienes algún otro proyecto relacionado con la gastronomía?

Pues sí, la verdad es que estoy viendo cada vez más cerca la posibilidad de abrir un restaurante en la zona norte de Madrid. Aún no hay nada cerrado y no puedo adelantar mucho, pero estamos ya viendo permisos y esas cosas. Y me encantaría poder contar en esa aventura con Bárbara Buenache, que es una cocinera increíble y que fue mi coach y mi hada madrina durante mi paso por MasterChef.

Raquel, en tu faceta de empresaria, has apostado también por la organización de eventos con un proyecto como Rock&Loft, que ofrece localizaciones de ensueño para sesiones de fotos y celebraciones… Después de un año tan duro para el sector, ¿cómo afrontáis esta nueva etapa que se abre tras la mejora de la situación sanitaria en España?

El de Rock&Loft es un proyecto que estaba funcionando súper bien, y que espero que podamos retomar con fuerza, una vez superado el bache que ha supuesto la pandemia. Obviamente, el tema de los eventos ha estado completamente parado, pero es verdad que ya se ha empezado a notar que se está recuperando poco a poco la actividad, y nos han empezado a entrar peticiones… Esperemos que pronto podamos estar a pleno rendimiento, como antes de que pasara todo esto.

¿Y tienes entre manos algún otro proyecto que se pueda contar?

Lo más inmediato es una cuenta de Lifestyle en Instagram que se llama @cuentame_raquel, donde voy a poder mostrar también colecciones cápsula que estoy realizando para firmas de moda, decoración y viajes. Es un trabajo súper creativo, y con el que, además, me están ayudando mucho mis hijas, que es algo muy bonito y que estoy disfrutando mucho también, el poder compartir esta etapa con ellas, ahora que son adolescentes… La verdad es que no me puedo quejar, estoy feliz, muy contenta, aunque no paro y voy todo el día de un lado para otro, como las locas… Pero este mundo es así, y hay que aprovechar el trabajo cuando viene, y disfrutando del momento también.

El mundo del espectáculo y la cultura, al igual que el de la gastronomía, también lo ha pasado muy mal en los últimos meses… ¿Ser una persona que se confiesa públicamente alegre y “disfrutona” ayuda a ver las cosas con más optimismo?

La forma de ser ayuda, sin duda, pero yo estoy convencida de que esto es más una cuestión de actitud, de intentar ver siempre el lado positivo de las cosas, en vez de estar todo el día quejándote y quedarte con lo malo. Yo durante las primeras semanas de la pandemia me lo trabajé: hice más yoga que nunca, más meditación que nunca… Esa es una opción que tenemos cada día, desde que nos levantamos, porque la felicidad y la alegría hay que entrenarlas todos los días.

(Entrevista publicada en julio de 2021, en el Nº1 de la revista gastronómica "Siroco Abreboca")