Verónica Prieto Rodríguez es una joven barreña a punto de finalizar el Grado en Ciencias Ambientales por la Universidad de Málaga. En estos momentos, se encuentra en las Islas Galápagos colaborando en un proyecto de investigación y conservación.
Esta barreña, del barrio El Lazareto, está disfrutando de un convenio entre el departamento de Cooperación Internacional de la UMA y distintas entidades y organizaciones de Latinoamérica.
“Motivada por familiares y amigos, decidí solicitarlo para probar suerte, ya que las plazas son bastante limitadas. Al final, casi un año después de todo el proceso, aquí me encuentro, viviendo un auténtico sueño durante dos meses, desde octubre hasta diciembre”, nos explica.
En esta aventura por el Pacífico, Verónica está colaborando con la organización ‘Galapagos Conservancy’ en un proyecto de restauración de las poblaciones de tortugas gigantes de Galápagos y con ello, además, recaba información para su trabajo final de carrera.
“Colaboro en el trabajo diario del centro de crianza en cautividad Fausto Llerena, ubicado en el Parque Nacional Galápagos. Además de ser una labor alentadora, realizarla rodeada de gente “chévere”, como aquí se dice, te hace madrugar todos los días con buen ánimo”, añade.
Las actividades en las que participa son la alimentación, el control de crecimiento de los galapaguitos, recolección de huevos de los nidos, control de los incubadores e incluso labor de laboratorio.
En concreto, “centro el estudio en la especie Chelonoidishoodensis, procedente de Isla Española, que se encontraba en peligro de extinción hace unos cincuenta años con una población de quince individuos. Estos ejemplares fueron trasladados al centro para iniciar un programa de cría en cautividad, lográndose pasar a unos 1.600 que, actualmente, viven en libertad en su isla”. La fertilidad de esta especie está disminuyendo en los últimos años, por lo que Verónica apunta que es necesario buscar las posibles causas para continuar con el programa de reinserción.
Acerca de esta experiencia, esta joven barreña lo tiene muy claro: “es lo mejor que he vivido nunca, estoy aprendiendo muchísimas cosas de mi ámbito en un lugar nuevo, con una cultura diferente, repleto de naturaleza y fauna, con especies endémicas exclusivas de las islas. En definitiva, un lugar único que me está ayudando a enriquecerme como persona y espero que en un futuro también lo haga en mi profesión”.
Verónica nos confiesa que “lo que más me ha emocionado ha sido poder ver en primera persona a una tortuga desovando sus huevos. Es realmente increíble todo el trabajo que realizan para asegurar la seguridad de su nido”.
Además, aprovecha y comparte un consejo para los más jóvenes: “siempre hay que intentarlo, por muy lejano o imposible que parezca, porque a veces tu destino te tiene preparada una gran sorpresa, como por ejemplo me ha ocurrido con esta oportunidad”.
En cuanto a Los Barrios, Verónica siempre ha considerado la Villa un buen lugar donde vivir, un pueblo tranquilo con un encanto muy particular. “Escribiendo esto desde casi la línea ecuatorial, me gustaría animar a los barreños a conocer el mundo y contarnos su experiencia. Ningún lugar está tan lejos de casa como parece”, concluye.
Esta barreña, del barrio El Lazareto, está disfrutando de un convenio entre el departamento de Cooperación Internacional de la UMA y distintas entidades y organizaciones de Latinoamérica.
“Motivada por familiares y amigos, decidí solicitarlo para probar suerte, ya que las plazas son bastante limitadas. Al final, casi un año después de todo el proceso, aquí me encuentro, viviendo un auténtico sueño durante dos meses, desde octubre hasta diciembre”, nos explica.
En esta aventura por el Pacífico, Verónica está colaborando con la organización ‘Galapagos Conservancy’ en un proyecto de restauración de las poblaciones de tortugas gigantes de Galápagos y con ello, además, recaba información para su trabajo final de carrera.
“Colaboro en el trabajo diario del centro de crianza en cautividad Fausto Llerena, ubicado en el Parque Nacional Galápagos. Además de ser una labor alentadora, realizarla rodeada de gente “chévere”, como aquí se dice, te hace madrugar todos los días con buen ánimo”, añade.
Las actividades en las que participa son la alimentación, el control de crecimiento de los galapaguitos, recolección de huevos de los nidos, control de los incubadores e incluso labor de laboratorio.
En concreto, “centro el estudio en la especie Chelonoidishoodensis, procedente de Isla Española, que se encontraba en peligro de extinción hace unos cincuenta años con una población de quince individuos. Estos ejemplares fueron trasladados al centro para iniciar un programa de cría en cautividad, lográndose pasar a unos 1.600 que, actualmente, viven en libertad en su isla”. La fertilidad de esta especie está disminuyendo en los últimos años, por lo que Verónica apunta que es necesario buscar las posibles causas para continuar con el programa de reinserción.
Acerca de esta experiencia, esta joven barreña lo tiene muy claro: “es lo mejor que he vivido nunca, estoy aprendiendo muchísimas cosas de mi ámbito en un lugar nuevo, con una cultura diferente, repleto de naturaleza y fauna, con especies endémicas exclusivas de las islas. En definitiva, un lugar único que me está ayudando a enriquecerme como persona y espero que en un futuro también lo haga en mi profesión”.
Verónica nos confiesa que “lo que más me ha emocionado ha sido poder ver en primera persona a una tortuga desovando sus huevos. Es realmente increíble todo el trabajo que realizan para asegurar la seguridad de su nido”.
Además, aprovecha y comparte un consejo para los más jóvenes: “siempre hay que intentarlo, por muy lejano o imposible que parezca, porque a veces tu destino te tiene preparada una gran sorpresa, como por ejemplo me ha ocurrido con esta oportunidad”.
En cuanto a Los Barrios, Verónica siempre ha considerado la Villa un buen lugar donde vivir, un pueblo tranquilo con un encanto muy particular. “Escribiendo esto desde casi la línea ecuatorial, me gustaría animar a los barreños a conocer el mundo y contarnos su experiencia. Ningún lugar está tan lejos de casa como parece”, concluye.